El paralítico que había sido sanado no soltaba a Pedro y a Juan. Toda la gente, admirada, corrió a la parte del templo que se llama Pórtico de Salomón, donde ellos estaban. Pedro, al ver esto, les dijo: «¿Por qué se asombran ustedes? Hechos 3; 11,12.
En la universidad, Greg y yo éramos conocidos por aprovechar cualquier oportunidad para dar una fiesta. Cuando llegaban las primeras nevadas, hacíamos una fiesta de bebidas calientes y todos venían con chocolate y tisanas. En las calurosas noches de verano, abríamos las ventanas de par en par y organizábamos fiestas con música de los ochenta. Hicimos una fiesta tipo «descubre el misterio» cuando supimos que íbamos a ser padres, y pedimos a nuestros amigos que trajeran comida rosa o azul, en función de su predicción. Las fiestas con hogueras en la playa, las de búsqueda del tesoro o las de «trae tus ingredientes para el helado» eran nuestras preferidas, al igual que las de sopas nocturnas, las de juegos por parejas o las de comida internacional.
¿Alguien ha conseguido un nuevo empleo, ha aprobado una materia difícil o ha regresado de un viaje? Tiesta! ¿Y por qué dejar que el cumpleaños del perro pase sin hacerle una fiesta? Lo cierto es que no necesitamos una ocasión oficial para hacer una fiesta; aprovechamos cualquier oportunidad para estar juntos Pedro también era de los que aprovechaban cada oportunidad que tenía, no para dar una fiesta, sino para hablar de Jesús. El libro de Hechos cuenta que cada vez que se reunía una multitud, Pedro se ponía de pie para predicar. Cuando lograba captar su atención por haber sanado a un hombre, aprovechaba la oportunidad para dar testimonio. Si le llevaban a los tribunales, en lugar de defenderse compartía las buenas nuevas de la resurrección de Jesús• Pedro no necesitaba una invitación formal ni esperar un momento apropiado; utilizaba cualquier excusa para hablar de Jesús.
Me terno que muchos hacemos lo contrario. Dejamos pasar las oportunidades de hablar de Jesús porque nos da vergüenza, porque no queremos sentirnos incómodos o nos da miedo que la gente piense que somos raros, ¿No sería genial si fuéramos valientes como pedro? Si sientes el deseo de compartir a Jesús pero no tienes el valor, pídele que te envíe pequeñas oportunidades para hablar de él, No tienes que predicar a multitudes, solo encontrar la manera y el lugar que mejor se adapten a tu personalidad