«Los que obedecen sus mandamientos viven en él, y él vive en ellos. Yen esto sabemos que él vive en nosotros: por el Espíritu que nos ha dado». I Juan 3: 24, DHH
EL SEÑOR REQUIERE DE NOSOTROS que seamos fieles hasta en los más mínimos detalles de la vida, y que cuidemos nuestras palabras, nuestro espíritu y nuestras acciones. Para lograrlo, necesitamos alcanzar completo dominio propio, lo cual nos exigirá vigilancia continua e incesante. […] Cuando la voluntad de Dios llegue a ser nuestra voluntad personal, descubriremos que todo se desarrolla de forma armoniosa. Si se mantuviéramos nuestro ego bajo control, nos evitaríamos graves errores en la vida del hogar y en todas las relaciones humanas y laborales.
Entre los miembros de muchas familias se acostumbra a hablar sin antes haber pensado lo que se va a decir, y el hábito de molestar y usar expresiones exageradas o fuera de tono, se fortalece con la repetición, y así se llegan a decir muchas cosas inconvenientes, bajo el influjo de Satanás y no del Espíritu Santo. Quienes se dejan dominar por el mal hábito de usar un vocabulario tosco o desconsiderado, es necesario que lean, con la debida atención e interés, el Libro de Dios, la Biblia. Luego procuren conocer a fondo sus requerimientos y cumplirlos, para poner así en práctica sus mandamientos. ‘iQué transformación se lograría entonces en la conducta y la conversación!
Cada amistad o relación que establecemos, cada puesto de responsabilidad, cada afecto y cada hábito, así como todo acto y todo pensamiento deben conformarse a la gran norma de justicia, los mandamientos de Dios, que son sumamente abarcantes. Hemos de poseer humildad de corazón para entender, y buena disposición mental Para practicar todas las enseñanzas de la Palabra de Dios.—de septiembre de 1894, adaptado.