«María trajo unos trescientos gramos de perfume de nardo puro, muy caro, y perfumó los pies de Jesús; luego se los secó con sus cabellos. Y toda la casa se llenó del arorna» (Juan 12: 3).
EI aceite cubría el fogón, las paredes, el piso y el techo de la caravana. Nos mirarnos la una a la otra con pavor por lo que en unos momentos tendríamos que coMer. Mi ropa, nuestro pelo e incluso nuestra piel. Horas después, mi pelo aceite. semana siguiente, cuando lavé la ropa, aquel olor a aceite todavía la impregnaba.
La hermana Heather y yo estábamos de acampada en Arizona con mi mejor amiga, Alicia y, tontas de nosotras, habíamos consentido que ella cocinara. Utilizó al menos cuatro botellas de aceite para freír unas papas. El olor del aceite, poco a poco, empezó a impregnar nuestra ropa, nuestro pelo, e incluso nuestra piel. Horas despues todavía olía a aceite.
Es curioso lo que tardan en desaparecer algunos olores. Cuando éramos niños, mista primos y yo entrábamos a hurtadillas en el armario de nuestra abuela y nos escondíamos entre su ropa porque nos encantaba cómo olías Cuando Greg y yo rompimos nuestra relación, me dijo que cada vez que se cruzaba con una muchacha que llevaba mi perfume, sentía que yo estaba junto a él. Los aromas tienen un poder increíble!
Aquel día, todo se impregnó de la fragancia de nardo que María derramó sobre los pies de Jesús y que después secó con sus cabellos. No solo era inaceptable que una mujer mostrara su cabello en público, sino que aquel perfume, que era con el que los reyes embadurnaban a las mujeres de su harén, podía costar el salario de un año. Su aroma duraba mucho tiempo, Cualquiera que pasaba junto a una mujer que olía a nardo sabía que había estado con el rey. Jesús, y todas las personas que estaban allí aquel día, llevarían impregnado el perfume durante meses, Cuando estaban junto a la cruz, todavía destilaban aquel aroma a nardo. Semanas después, el perfume les identificaría como personas que habían estado con Jesús. No podían ocultarlo.
Cuando has estado con Jesús, la gente lo nota, porque hay en ti un aroma inconfundible. Todo el Mundo se da cuenta de que hay algo diferente en ti. Aunque estás lejos de la perfección, cuando pasas tiempo con Jesús no puedes ocultarlo. Cuando has estado con el Rey, su aroma puede olerse en ti.