Todos han pecado y están lejos de la presencia gloriosa de Dios. Romanos 3:23.
Durante la temporada de fútbol americano de 2007 los Patriotas de Nueva Inglaterra llegaron a la final, a la Super Bowl sin haber perdido un solo partido en toda la temporada. Las probabilidades de que salieran campeones eran enormes, puesto que habían hecho una campaña perfecta. Sus rivales serían los Gigantes, que habían hecho una buena temporada, pero no tan extraordinaria como la de los Patriotas. Yo vi el partido con unos amigos y me fijé en unos fans que llevaban una pancarta que decía: «18-1 ». El «18» se refería a los partidos ganados, y el « 1 » representaba los partidos perdidos; en otras palabras, estaban diciendo que los Gigantes iban a darles a los Patriotas la única derrota de la temporada, o saber que iban a ganar la Super Bow. El partido fue interesante, pero desafortunadamente para los Patriotas, aquella pancarta había resultado profética. Perdieron. Su perfección se esfumó como por arte de magia. Habían llegado tan lejos, habían hecho tantas cosas increíbles, habían ganado una y otra vez a todos sus adversarios, para quedarse cortos al final del campeonato.
Tú Y yo tenemos una experiencia similar.
Podemos hacer las cosas bien durante un tiempo: vivir con Jesús, tratar a los demás con amor, asistir a la iglesia, participar de las actividades religiosas, ser un ejemplo perfecto de fe. . pero entonces caemos, cedemos a la tentación, al pecado, y muchas veces incluso a la desesperación por nuestra falta de perfección. Experimentamos la victoria durante un tiempo solo para que después se nos escurra de las manos. Tal vez has perdido el calor espiritual con el que volviste de un campamento; tal vez metiste la pata después de haber decidido ser más como Jesús; el resultado siempre es el mismo: la derrota. Por eso yo encuentro tanto consuelo en el versículo de hoy de Romanos. Pablo está diciendo que todo el mundo, no solo tú, mete la pata. Todos necesitamos la gracia de Dios, Esto no es una excusa para pecar, pero sí es un consuelo para cuándo sentimos que somos los únicos incapaces de mantener la fe.
La Próxima vez que caigas, recuerda que no eres el único. Incluso la gente más espiritual peca. Lo importante es qué harás después. Decide ser ese tipo de cristiano que se levanta después de cada caída y lo intenta de nuevo.