«Procuren no olvidarse del Señor. Adoren al Señor su Dios y sírvanle solo a él» (Deuteronomio 6: 12-13).
HABÍA UNA VEZ un soldado que estaba luchando en una guerra. En su país había dejado atrás a una novia, con la que llevaba tiempo saliendo. Un día, recibió una carta de su novia, que decía así:
«Lo lamento, pero no puedo continuar con esta relación. Quiero confesarte que te he sido infiel con otro muchacho, y no creo que ni tú ni yo nos merezcamos esto. Por esa razón quiero terminar nuestro noviazgo mediante esta carta. A partir de ahora, tú y yo ya no somos nada. Por favor, te voy a agradecer que me devuelvas la foto mía que te di antes de que te fueras. No quiero perderla».
[Cómo crees que se sintió aquel soldado? Imagínate, con todos los problemas de una guerra y estando tan lejos de casa, no había nada que pudiera hacer salvo sentirse muy herido. Ahora, ¿qué le contestaría a la muchacha? ¿Le devolvería la foto o se la quedaría? Fíjate lo que hizo: les pidió a sus compañeros que le dieran fotos de sus novias, hermanas, primas y amigas. Recogió sesenta fotos en total. Las metió en un sobre, junto con la de su novia, y las envió a su ex, con una breve nota que decía:
«Perdóname, pero no puedo recordar quién eres. Por favor, encuentra tu foto entre todas estas y devuélveme el resto. Cuídate».
[Crees que es posible que un novio olvide quién es su novia? Claro que no es posible. Sin embargo nosotros, a veces, sí olvidamos cosas que son tan importantes como esa, o más. Olvidamos, por ejemplo, que Jesús es el novio que está esperando a su iglesia para las bodas del Cordero. i Y su iglesia somos tú y yo! ¿Nos estamos preparando para ese banquete? También olvidamos que Jesús es nuestro amigo, que siempre nos es fiel aun cuando le somos infieles. Jesús sí tiene buena memoria, nunca se olvida de nosotros. Y aunque recuerda nuestros pecados, no nos castiga por ellos. El nos perdona y está con los brazos abiertos esperando que volvamos a él. Jesús nos perdona y nos ama. Siempre. Nunca pierdas esto de tu memoria.