“Vuelve a determinarse un día, ‘Hoy,’ al decir después de tanto tiempo, por medio de David: ‘Si ustedes oyen hoy su voz, no endurezcan su corazón’ » (Hebreos 4:7, RVC).
La puntualidad en los trenes de transporte público es imprescindible para respetar al usuario, que organiza su agenda diaria alrededor de sus horarios; pero, fundamentalmente, para evitar accidentes. El accidente del 8 de octubre de 1952 sorprendió a todos. Supuestamente, los sistemas de transporte en trenes no deberían sufrir fallas letales en sus rutas. Pero eso fue lo que ocurrió.
Al menos 112 personas murieron y 340 quedaron heridas en el peor choque de trenes de Inglaterra en tiempos de paz. Una formación que viajaba desde Tring hasta Euston estaba por dejar la estación de Harrow y Wealdston, cuando un tren expreso con dirección desde Perth hasta Londres lo chocó desde atrás. Segundos más tarde, un tercer tren chocó a ambos.
¿Cuál fue la causa? Una falta de coordinación, y también que el maquinista del primer tren que embistió ignoró dos luces rojas de emergencia, que indicaban detenerse o aminorar la marcha y siguió su curso. En un sistema ferroviario tan complejo como el de la ciudad de Londres y alrededores, la seguridad depende de la coordinación exacta de los tiempos entre cada tren. No existe lugar para demoras ni premuras. Hay un tiempo para acelerar y otro para frenar. Y la vida de miles de pasajeros depende de respetar estos tiempos.
El sabio Salomón nos aclara que hay un tiempo para todo en este mundo: «Un tiempo para nacer y un tiempo para morir. Un tiempo para sembrar y un tiempo para cosechan Un tiempo para matar y un tiempo para sanar. Un tiempo para derribar y un tiempo para construir. Un tiempo para llorar y un tiempo para reír. Un tiempo para entristecerse y un tiempo para bailar. Un tiempo para esparcir piedras y un tiempo para juntar piedras. Un tiempo para abrazarse y un tiempo para apartarse. Un tiempo para buscar y un tiempo para dejar de buscan Un tiempo para guardar y un tiempo para botar. Un tiempo para rasgar y un tiempo para remendar. Un tiempo para callar y un tiempo para hablar. Un tiempo para amar y un tiempo para odiar. Un tiempo para la guerra y un tiempo para la paz» (Ed. 3:2-8, NTV).
La Biblia también presenta que hay una sola cosa que siempre tiene un tiempo Propicio: la salvación; el día de salvación es HOY, y el momento de salvación es AHORA. El futuro no nos pertenece y, mientras dure el tiempo de gracia, tenemos el perdón a disposición. No desaproveches esta oportunidad hoy. Entrégate sin medidas a Cristo. El mañana puede nunca llegar. MB