El Señor miro con agrado a Abel y a su ofrenda, Génesis 4:4
Necesitarás calcetines y un juguete viejo.
Era el cumpleaños de Andrés. Carlos llegó de la escuela a su casa a prepararse para la fiesta.
—Mamá, ¿me llevas a la tienda a comprarle un regalo a Andrés? La mama respondió:
—¿Qué te parece si le regalamos un par de calcetines de los que tienes en tu cajón? (Muestre los calcetines.)
—¡¿Qué?! —respondió Carlos.
—O podrías darle el juguete que te compré para Navidad. ¡Ya no lo usas! (Muestre el juguete.)
—Pero mamá, ¿cómo le voy a dar a mi amigo lo que me sobra en su cumpleaños?
—Bueno —respondió la mamá—, así se siente Jesús si le damos lo que nos sobra de nuestro tiempo y dinero. Cuando vamos a la iglesia cada sábado y los diáconos pasan a recoger las ofrendas, y sacamos de nuestro bolsillo solamente las monedas que nos sobran, le decimos a Jesús que no nos interesa su amistad. ¿Sabes? A los amigos siempre se les da lo mejor, no lo que nos sobra.
Carlos entendió que debemos agradecer a Jesús por todo lo que nos da y demostrarlo siendo generosos con nuestras ofrendas.
Ese día, Carlos y su mamá compraron un hermoso regalo para su mejor amigo, Andrés. Tú, la próxima vez, ¿darás una ofrenda generosa?
HABLA CON JESÚS:
Querido Jesús, deseo que mi ofrenda te agrade. Ayúdame a dar con generosidad, amén.