«Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad» (Filipenses 4: 8).
Me di vuelta otra vez en la cama. Eran las tres de la mañana y sabía que debía volver a dormirme, pero me despertaba cada pocos minutos. Pensé: «Daré un de almohada». Muchas veces había seguido mis recuerdos hacia algún lugar encantador, al que había llamado «hogar».
En el pasado, siempre me quedaba dormida antes de llegar al «destino», pero esta vez no fue así. Los minutos parecían horas. Entonces, sentí que Dios me decía: «Piensa en algo hermoso!». Reflexioné sobre varias cosas: el nuevo nieto de mi querida amiga, el colorido jardín que está frente a la ventana de mi habitación, que tan a menudo he fotografiado. Pero todo parecía apagado…
Entones Dios puso una melodía en mi mente: «Algo hermoso». No podía recordar toda la letra así que, en la oscuridad, levanté mi mano para trazar el significado. iQué escena extraña habría sido, si alguien me hubiese visto con la mano sobre la almohada, moviéndola en círculos misteriosos!
Poco a poco, Dios me fue mostrando la letra de la querida canción de Bill y Gloria Gaither. Murmuré la letra en la quietud, para seguir avanzando en mi viaje.
Pasaban los minutos y yo estaba como clavada en medio de esa letra; y después de un rato, brotó como una confesión. Es cierto que todo lo que tenía para Ofrecer a Dios era «quebrantamiento y conflicto». También era cierto que él hizo cosas hermosas con mi vida. Medité en el hecho de que Dios me había hecho hermosa a sus ojos. Una gran sonrisa de alivio adornó mi rostro.
Mi dulce Padre celestial había tomado una noche sin dormir para recordarme que soy hermosa, perfecta y completa a sus ojos. Allí, en la oscuridad, cuando el Sueño me eludía, Dios también me había llevado hasta el trono de gracia, para recordarme que es fiel. Me di vuelta, me tapé con las frazadas y me relajé hasta dormirme, sabiendo quién soy y dónde estaba.
Hermosa. iEn los brazos de Dios! ¿Estás ahí tú también?