«Si alguno de ustedes tiene cien ovejas, y se da cuenta de que ha perdido una, cuando la encuentra, llama a sus amigos y vecinos, y les dice: «¡Vengan a mi casa y alégrense conmigo! ¡Ya encontré la oveja que había perdido!»».Lucas 15: 4-7,TLA
CUANDO JESÚS DIJO ESTO se estaba dirigiendo a muchos que conocían por experiencia lo que era la vida de un pastor en Palestina. Allí no se guardan los rebaños en llanos o en cercados, sino en las faldas de las colinas entre despeñaderos y precipicios.Los ladrones y los lobos eran un continuo peligro contra el cual había que protea las ovejas. A veces se quedaba fuera del rebaño alguna.
Así que las contaban a menudo a fin de estar seguros de que ninguna se había perdido, pues el pastor debía rendir estricta cuenta de todas las ovejas confiadas a su cuidado. […]La vida de un pastor es una vida llena de peligros. Si es digno de confianza, no será descuidado ni procurará su propia comodidad, sino que irá a buscar la oveja descarriada en medio de la tormenta y la tempestad.Esa es la forma como el Pastor de los pastores trata al pecador perdido. Va tras él; no vacila ni ante el peligro ni la abnegación ni el sacrificio.
Está resuelto a traer al alma llena de pecado al arrepentimiento, la salvación, la paz, el descanso y la dicha en el amor del Salvador.Todo el que ha experimentado el amor de Jesús en su propio corazón, tiene la OPortunidad de reflexionar si no habrá alguien a quien, con dedicación individuatacto y cariño, pueda acercar a Jesús, que se halla presto a acoger a todos los que acuden a él.
Todos nosotros podemos alcanzar grandes logros mediante nuestro esfuerzo personal’ Pues todos podemos ser colaboradores con Cristo.-— The Youth’s Instructor, 28 de abril de 1886.