“Ya que fuiste fiel en lo poco, te pondré a cargo de mucho más” (Mac. 25:23).
El héroe de los niños de Nome se llama Balto. Balto fue un husky siberiano cuya vida empezó, digamos, que no muy bien. Su primera labor fue transportar comida, pero como lo consideraban un perro muy lento, lo retiraron de ese trabajo y le colgaron la etiqueta de “Poco talentoso”. Porque la gente muchas veces no sabe distinguir el verdadero talento. Pero Balto demostró que se habían equivocado con él.
En 1925, una epidemia de difteria azotó Nome, especialmente a los niños menores de cinco años. Era evidente que la mayoría iba a morir, así que, las autoridades comenzaron a buscar soluciones para obtener los medicamentos que lograran salvar aquellas vidas. El problema era que los medicamentos que necesitaban estaban en Anchorage, y esa ciudad dista más de 1.500 kilómetros de Nome. Por mar no se podía transportar la mercancía, puesto que el agua estaba congelada y no transitaban embarcaciones. Por avión también era imposible, debido a que en Alaska hay muchas tormentas. La única solución era por tierra, con trineos tirados por perros. Así que, reclutaron a cien perros especiales, que recorrieron más de mil kilómetros en medio del duro invierno, para ayudar a cientos de niños. ¿Sabes qué perro dirigió la expedición? Balto. A pesar de que la gente no lo consideraba capaz de ser un buen guía, él cumplió su misión de liderar una tarea tan especial como peligrosa. Entonces recibió el reconocimiento que antes se le había negado.
A lo mejor, eres el último muchacho que tus compañeros eligen para formar equipo de fútbol; tal vez, eres de esas niñas de la clase con quien nadie quiere trabajar en grupo; a lo mejor, observas a la distancia cómo tus amigos cantan en el coro de la iglesia o tocan algún instrumento, mientras que tú no tienes talento musical; quizá, nadie ha sabido descubrir en ti el gran potencial que tienes. Pero eso no debe desanimarte. Jesús nos ha dado talentos a todos. Quizá los tuyos están aún escondidos por causa de la timidez, pero eso no quiere decir que no los tengas. Intenta descubrirlos, y ten confianza en que Jesús te enseñará cómo emplearlos. Jesús cuenta contigo. Jesús cree en tus posibilidades.