Lee Elena de White, Patriarcas y profetas, “La Ley y los dos pactos”, pp. 333-343. “Pero si el pacto confirmado a Abraham contenía la promesa de la redención, ¿por qué se hizo otro pacto en el Sinaí? Durante su esclavitud, el pueblo había perdido en alto grado el conocimiento de Dios y de los principios del pacto de Abraham […].
“Dios los llevó al Sinaí; manifestó allí su gloria; les dio la Ley, con la promesa de grandes bendiciones siempre que obedecieran: ‘Ahora pues, si dais oído a mi voz, y guardáis mi pacto […] vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa’ (Éxo. 19:5, 6). Los israelitas no percibían la pecaminosidad de su propio corazón, y no comprendían que sin Cristo les era imposible guardar la Ley de Dios; y con excesiva premura concertaron su pacto con Dios […]. Sin embargo, apenas unas pocas semanas después, quebrantaron su pacto con Dios al postrarse a adorar una imagen fundida. No podían esperar el favor de Dios por medio de un pacto que ya habían roto; y entonces, viendo su pecaminosidad y su necesidad de perdón, llegaron a sentir la necesidad del Salvador revelado en el pacto de Abraham y simbolizado en los sacrificios. De manera que, mediante la fe y el amor, se vincularon con Dios como su libertador de la esclavitud del pecado. Ya estaban capacitados para apreciar las bendiciones del Nuevo Pacto” (PP 341, 342).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. Tu caminar con el Señor ¿se parece más al estilo del “Antiguo Pacto” o al del “Nuevo Pacto”? ¿Cómo puedes notar la diferencia?
2. ¿Cuáles son algunos problemas de tu iglesia local que están causando tensión en el cuerpo de Cristo? ¿De qué manera se están resolviendo? Aunque puede ser que seas víctima de “persecución”, ¿de qué manera puedes asegurarte, también, de no ser tú el que persigue? ¿Dónde está la delgada línea divisoria en esto? (Ver también Mat. 18:15-17.)
3. ¿Cuántas veces le has hecho promesas al Señor de que no harías esto o aquello, solo para terminar haciéndolo? ¿De qué manera esta triste realidad te ayuda a entender el significado de la gracia?
RESUMEN: Las historias de Agar, Ismael y los hijos de Israel en el Sinaí ilustran la necedad de intentar depender de nuestros propios esfuerzos para lograr lo que Dios ha prometido. Este método de justificación propia se conoce como el Antiguo Pacto. El Nuevo Pacto es el Pacto eterno de gracia, que fue establecido primeramente con Adán y Eva después del pecado y renovado con Abraham, y que halla su cumplimiento final en Cristo.
Reavivados por su Palabra: Hoy, Jeremías 38 – Durante esta semana, PR cap. 38