El Sábado fue hecho para el hombre, y no el hombre para el Sábado. Marcos 2: 27.
Allí estaba, en el estrado, para que todo el mundo la viera: una deliciosa torta de chocolate. Era justo antes del almuerzo y teníamos hambre. La boca se nos hacía agua y el estómago nos rugía ante aquella torta espectacular. ¿Para quién sería? No podíamos apartar la vista de ella; babeábamos por un mordisco. Finalmente, cuando el pastor pidió voluntarios que salieran al estrado, todos los alumnos nos levantamos agitando la mano. Por eso aún no entiendo cómo logró verme, y mucho menos por qué me eligió a mí.
Salí corriendo al frente, me senté a la mesa y esperé a que me sirvieran. El pastor apareció entonces llevando un delantal y supe que había llegado el «dulce» momento. Para mi desgracia, el pastor hundió sus inmensas manos en aquella preciosa torta, sacó un trozo pegajoso y lo aplastó. Luego untó el trozo por los brazos y se embadurnó con él la suela de los zapatos antes de poner lo que había sobrado en el plato que había frente a mí. Me quedé boquiabierta. ¡Yo no podía comerme aquello! ¡No después de que me lo hubiera servido de aquella manera! Pidió otro voluntario, pero no hubo ninguno. Aquella preciosa torta se desperdició por completo.
A veces no hay nada malo en una creencia, doctrina o enseñanza pero, según cómo nos la hayan presentado, puede que no queramos saber nada de ella. Por ejemplo, el sábado Jesús enseñó que es una bendición, una delicia, pues fue creado para que podamos relajarnos y conectar de nuevo con Dios y con los demás. Deberíamos esperarlo, anhelarlo como un descanso de un largo viaje, pero a menudo no es así. Hemos perdido la alegría del sábado porque alguien nos lo ha presentado de manera incorrecta.
Se ha convertido para nosotros en una lista de qué se puede y no se puede hacer, y así hemos perdido de vista su verdadero sentido. Dios nos ha dado el sábado como un regalo, una oportunidad de liberarnos de las frustraciones del trabajo por un día, y debería ser tan satisfactorio como unas minivacaciones o una torta de chocolate,
Si te han presentado el sábado de una manera incorrecta, recuerda que eso no significa que haya algo de malo en ese día. El problema está en que te lo han presentado mal, No dejes que nadie te engañe: ¡el Sábado es para ti!