«Manténganse despiertos y oren, para que no caigan en tentación.Ustedes tienen buena voluntad, pero son débiles» (Marcos 14: 38).
Tengo que confesar algo: casi todos los autos que he manejado se han quedado sin carburante en el peor momento. He recorrido largos trechos caminando en busca de una gasolinera. He intentado parar algún auto para que me llevaran y he ido agarrado a la puerta trasera de un camión a 90 kilómetros por hora para llegar hasta una gasolinera. Me vi obligado a mendigar cuando olvidé mi cartera y no tenía manera de pagar una garrafa de gasolina. Detesto especialmente que me suceda cuando viajan más personas conmigo. Se enojan o se burlan abiertamente de mí.
La peor situación de todas fue cuando me quedé sin gasolina en una cita con Melissa en plena nevada. Regresábamos de una cena de gala, de manera que no llevábamos el mejor atuendo para caminar sobre treinta centímetros de nieve. Tuve que caminar una hora en medio de un vendaval, llevando solo una chaqueta de traje y unos pantalones finos. Ella temblaba en la fría camioneta varada a un lado de la carretera. No gané ningún punto con ella en aquella cita. Lo cierto es que mi intención no fue quedarme sin gasolina; simplemente olvidé revisar la posición del indicador en esos momentos cruciales en los que se aproxima a la reserva. Como dijo Jesús: tengo buena voluntad, pero soy débil.
Los discípulos tampoco pretendieron quedarse dormidos la última noche de Jesús en Getsemaní, Su intención era buena, pero no fueron capaces de dar a Jesús el apoyo que necesitaba. Incluso Jesús dijo que su espíritu estaba dispuesto a atravesar aquella prueba, pero que su humanidad le hacía encogerse ante la inminente desconexión de Dios a la cual tendría que someterse. La Biblia dice que Jesús cayó al piso en agonía, experimentando la separación de su Padre. Fue tentado a dejarlo todo y regresar al cielo, pero se aferró a la certeza de que Dios no lo había abandonado,
Todos pasamos por momentos de tentación durante los cuales parece que no podemos tornar la decisión correcta. Tenemos la voluntad, pero somos débiles. Y Jesús lo sabe. Su consejo es que nos mantengamos en guardia, oremos y nos aferremos a la idea de que Dios no nos ha abandonando.