¡Cuida, oh Dios, de mí, pues en ti busco protección!, Salmo 16:1.
(Necesitarás un muñeco bebé.)
¡Vamos a jugar al bebé escondido! (Dirija a su niño[a] al decir «caliente», si está cerca del muñeco, o «frío», si está lejos.)
Ahora, mientras escuchas las historia, imagina que ese bebé es tu hermanito menor.
Dios nos da hermanitos para que los protejamos y cuidemos. Los hermanos y las hermanas mayores son un ejemplo para los más pequeños. En la Biblia se registra la historia de una niña que fue una gran hermana mayor.
María y su mamá tuvieron que esconder al bebé Moisés durante tres meses, porque los soldados egipcios registraban todas las casas de los israelitas, pues querían llevarse a los bebés varones para matarlos por orden del faraón. ¡Imagina qué difícil fue para María y para su mamá mantener al bebé quietecito durante todo ese tiempo!
Cuando ya no pudieron esconderlo porque seguramente lloraba más fuerte, hicieron una cesta. Colocaron al bebé en su interior y luego lo dejaron en el río. María cuidó la cesta desde la orilla, vigilando que nada le pasara.
Dios protegió al bebe Moisés, pero también María, su excelente hermana mayor. Si tienes un(a) hermano(a) menor, cuídalo(a) y recuerda que siempre imitará lo que tú hagas.
HABLA CON JESÚS:
Querido Jesús, ayúdame a ser como María, una hermana amorosa. Gracias por tu cuidado y protección. Amén.