«Cornelio, que era centurión del regimiento conocido como «[Ell Italiano • ayudaba mucho a la gente con dinero y siempre oraba a Dios. Un día Cornelio tuvo una visión, en la que claramente vio [ un ángel • y, con mucho temor, le preguntó: «Señor, ¿qué se te ofrece?»Y el ángel le respondió: «Dios ha escuchado tus oraciones, y la ayuda que has dado a otros la ha recibido como una ofrenda». Hechos 10:1-4, RVC
LA VERDADERA GENEROSIDAD CRISTIANA nace del principio del amor agradecido. No puede existir amor a Cristo sin su correspondiente amor hacia los que él vino a redimir. El amor de Cristo debe constituir nuestro principio guiador, de manera que controle todas nuestras emociones y encauce todas nuestras energías. El amor redentor debiera despertar en el corazón todos los tiernos afectos y la devoción abnegada que puedan existir allí. Cuando ese es el caso, no se necesitarán llamamientos conmovedores para quebrantar el egoísmo y despertar su solidaridad, a fin de obtener ofrendas generosas para la noble causa del evangelio.
La dadivosidad bien dirigida actúa sobre las facultades mentales y morales y motiva a una acción más sana, destinada a bendecir a los necesitados e impulsar la causa de Dios. Si los que poseen recursos se dieran cuenta de que son responsables ante Dios por cada centavo que gastan, sus supuestas necesidades serían mucho menores. Si su conciencia fuera sensible, les haría ver cuánto dinero invierten innecesariamente en la complacencia del apetito, en halagar el orgullo y la vanidad, en diversiones, y les denunciaría el despilfarro que hacen del dinero del Señor, que debieran haber dedicado a su causa.
La prolongación y la felicidad de la vida no dependen de la cantidad de bienes terrenales que poseemos.—— Review and Herald, 15 de diciembre de 1874.