Aunque Pablo ha dejado entrever anteriormente la agenda oculta y las motivaciones de sus oponentes (ver Gál. 1:7; 4:17), sus declaraciones de Gálatas 6:12 y 13 son los primeros comentarios explícitos que hace acerca de sus oponentes. Los describe como quienes desean “agradar en la carne”. La palabra “agradar”, en griego, literalmente significa poner “una buena cara”. De hecho, la palabra para “cara” es la misma en griego que la de la máscara de un actor, y esta palabra incluso se usaba figuradamente para referirse al papel que desempeñaba un actor. En otras palabras, Pablo está diciendo que estas personas eran como actores que buscaban la aprobación del público. En una cultura basada en el honor y la vergüenza, la conformidad es básica, y aquellos que enseñaban los errores parecen haber estado buscando mejorar su rating de honor ante sus compatriotas judíos de Galacia y otros judíos cristianos de Jerusalén.
Pablo hace una declaración importante sobre una de las motivaciones de ellos: el deseo de evitar la persecución. Aunque la persecución ciertamente puede interpretarse en su forma más dramática con una connotación de abuso físico, puede ser igual de dañina en sus formas más “leves” de acoso y exclusión. Pablo y zelotes fanáticos de Judea alguna vez habían llevado a cabo el primer tipo de persecución (Gál. 1:13), pero este último tipo también tenía efecto sobre los cristianos.
Los líderes religiosos judíos todavía ejercían una influencia política importante en muchas regiones. Tenían la autorización oficial de Roma; por ende, muchos creyentes judíos estaban ansiosos por mantener buenas relaciones con ellos. Al circuncidar a los gentiles y enseñarles que observaran la Torá, los detractores de Galacia podían lograr un punto en común con los judíos locales. Esto no solamente les permitiría mantener un contacto amistoso con las sinagogas, sino también podían fortalecer sus propios lazos con los creyentes judíos de Jerusalén, que tenían sospechas cada vez mayores acerca de la obra que se llevaba a cabo entre los gentiles (Hech. 21:20, 21). Sin duda, además, en cierto sentido sus acciones podrían haber facilitado la efectividad de su testimonio a los judíos.
Sea cual fuere la situación que Pablo tenía en mente, queda claro lo que quiere decir: “Los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución” (2 Tim. 3:12).
Piensa seriamente en el motivo que estas personas tenían para enseñar sus errores. Parece bastante razonable, considerando el contexto. ¿Qué debería decirnos esto acerca de cómo incluso los “mejores” motivos pueden extraviarnos si no somos cuidadosos? ¿Cuándo fue la última vez que terminaste haciendo cosas equivocadas por los motivos correctos?