«¿Vas acaso a invalidar mi justicia? ¿Me harás quedar mal para que tú quedes bien?» (Job 40: 8, NVI).
AUNQUE HOY VAMOS a comenzar el día con un chiste, el tema es muy serio. Elegí el chiste porque ilustra muy bien el hecho de que, a veces, leemos la Biblia por razones equivocadas, y la usamos, no con el propósito para el cual fue escrita, sino para nuestro propio beneficio. Seguro que ya sientes curiosidad por saber el chiste, así que te lo cuento.
Un adolescente que acababa de aprobar su examen de conducirle preguntó a su padre cuándo le permitiría utilizar el auto. Así que el padre llegó a un trato con él:
-Si mejoras tus calificaciones, lees la Biblia todos los días y te cortas el pelo, hablaremos del asunto -le dijo.
Seis semanas después, el joven había mejorado sus calificaciones, leía la Biblia todos los días, pero no se había cortado el pelo.
-Hijo, ¿por qué no te has cortado el pelo como acordamos? -preguntó el papá.
-¿Sabes, papá? -respondió el joven-, ahora que estoy leyendo la Biblia me he dado cuenta de que Sansón llevaba el pelo largo, Juan el Bautista llevaba el pelo largo, Moisés llevaba el pelo largo, y muy posiblemente Jesús también llevaba el pelo largo. ¿Por qué, entonces, me lo voy a cortar yo?
-¿Y no te fijaste en que ellos iban a pie a todas partes? -dijo el padre.
¿Cómo lees tú la Biblia? ¿Tal vez con el propósito de que diga lo que te conviene? ¿O quizás a veces le haces decir a la Biblia cosas que no dice para defender tus puntos de vista? ¿O escoges con cuidado los versículos que te sirven para defender lo que haces, cuando está claro que lo que haces es incorrecto? Si es así, no tienes aún la humildad necesaria para hacer de la Biblia una luz en tu camino.
¿Se te ha ocurrido pensar que cuando Jesús nos pide que cambiemos algo de nuestras vidas es por nuestro bien? Pues esa es la razón por la que hemos de leer la Biblia con actitud de dejarnos enseñar por ella. Porque Jesús sabe, mejor que nosotros mismos, lo que nos conviene.