« Mi enseñanza caerá como la lluvia, mi discurso será como el rocío, como llovizna sobre la hierba, como gotas de agua sobre el pasto» (Deuteronomio 32: 2).
¿TE HAS FIJADO alguna vez en lo mal que huelen los lugares donde hay agua estancada? Quizás te preguntes por qué huele así, si normalmente donde hay agua huele muy bien. Pues sucede porque no es lo mismo el agua corriente que el agua estancada.
Cuando el agua se queda atrapada en la superficie del suelo, decimos que está estancada. El agua puede estancarse por varias razones, normalmente porque el suelo está ya tan saturado de agua que no puede absorber más, así que la que está por encima simplemente se queda quieta. También puede suceder porque se acumula en una superficie donde no hay desnivel, por lo que no se puede escurrir hacia ninguna parte. Cuando el agua se estanca, los microorganismos que viven en ella van acabando con el oxígeno, porque lo necesitan para respirar. Si el oxígeno se acaba, solo quedan en el agua los microorganismos capaces de vivir sin oxígeno, alimentándose de sustancias como sulfuros, metanos o hidrógeno, que ellos mismos producen al respirar. Pues son esas sustancias las que sueltan ese olor a podrido. Esos gases se dispersan, produciendo esa peste tan desagradable. En el agua corriente, en movimiento, no se produce desprendimiento de gases apestosos.
Nuestra vida espiritual también corre el peligro de estancarse. A veces estamos tan «saturados» de las cosas de este mundo, como la música, el cine, los videojuegos, el deporte o las revistas, que no podemos absorber las verdades de la Palabra de Dios. Quedamos «atrapados» en una red difícil de romper. Pero puede romperse. ¿Cómo? Si bebemos diariamente de la «corriente de lluvia» que Dios nos da en la Biblia. La Biblia es lo que nos da oxígeno,
Cuando nos estancamos espiritualmente somos algo así como un poco apestosos, porque decimos ser cristianos pero Cristo no se refleja en nada de lo que hacemos. Si quieres ser un agua viva, que corra para beneficio tuyo y de los demás, no dejes de ser activo en las cosas de Dios, pídele a Jesús que haga de ti una agua viva espiritualmente.