«Por no hacerle caso a su conciencia, algunos han naufragado en la fe». 1 Timoteo. 1:19,
Sabes qué es un filtro? Si buscas esta palabra en un diccionario, verás que es algo, que se usa para evitar que ciertas partículas se cuelen donde no deben colarse. Por ejemplo, si quieres vaciar un líquido que tiene partículas flotando, pero no quieres que esas partículas caigan al otro recipiente, lo haces pasar por un filtro, de modo que las partículas queden en él y no pasen.
Otro ejemplo es nuestra nariz. ¿Cómo que nuestra nariz es un filtro? Sí, no te rías, porque así es.
En nuestra nariz tenemos unos pelitos que hacen que ciertas partículas que hay en el aire no entren en nuestro organismo y lleguen a nuestros pulmones. Los microbios, los gérmenes y la suciedad del entorno son filtrados al entrar por la nariz; por eso no es lo mismo respirar por la nariz que por la boca, porque en la boca no tenemos pelitos que filtren el aíre. Aunque podemos respirar por la boca, especialmente si tenemos la nariz taponada por el catarro, lo cierto es que la boca no está hecha para que respiremos por ella, sino para comer y hablar. ¡Es extraordinaria la forma tan perfecta en que Dios nos ha creado!
Y ahora vamos a un tercer ejemplo de filtro, el más importante de todos. Se trata de un filtro espiritual. ¿Un filtro espiritual? Qué cosas más raras digo, ¿verdad? No es tan raro, y funciona de una forma que vas a entender perfectamente bien. Verás, Jesús ha puesto un filtro en nosotros, que se llama conciencia. Jesús ha puesto la conciencia en nuestro interior para que podamos vivir por la fe, sin permitir que las partículas contaminantes del entorno vayan a introducirse en nuestra manera de pensar, y nos contaminen a nosotros también.
A nuestro alrededor hay gente que miente, que toma cosas que no le pertenecen, que habla mal de los demás, que copia en los exámenes, que dice palabras feas, o que no trata bien a los mayores. De tanto ver esas malas acciones, podrían entrar en nuestro cerebro, y así nosotros queramos repetirlas también. Pero para eso nos ha dado Jesús la conciencia, para que sea un filtro que nos diga: «Ojo: eso no está bien. Tú no lo hagas».
Presta atención a tu conciencia, y no hagas nada que tu conciencia te diga que está mal.