«Hermanos, escojan de entre ustedes a siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu y de sabiduría, para encargarles esta responsabilidad» Hechos 6: 3, NVI
SUCEDIÓ QUE como crecía el número de discípulos, Satanás logró despertar las sospechas de algunos que anteriormente habían tenido la costumbre de mirar con envidia a sus correligionarios y de señalar faltas en sus jefes espirituales. Así «hubo murmuración de los griegos contra los hebreos» (Hech. 6: 1). El motivo de la queja fue un supuesto descuido de las viudas griegas en el reparto diario de socorros. ]
Los discípulos de Jesús enfrentaban una crisis. Bajo la sabia dirección de los apóstoles, que habían trabajado unidos en el poder del Espíritu Santo, la obra encomendada a los mensajeros del evangelio se había desarrollado rápidamente. La iglesia estaba en crecimiento continuo, y este aumento de miembros acrecentaba las pesadas cargas de los que ocupaban puestos de responsabilidad. Ninguna persona o grupo podría continuar llevando esas cargas solo, sin poner en peligro la futura prosperidad de la iglesia.
Los apóstoles reunieron a los fieles en asamblea, e inspirados por el Espíritu Santo, expusieron un plan para la mejor organización de todas las fuerzas vivas de la iglesia.
El nombramiento de los siete para tomar a su cargo determinada modalidad de trabajo fue muy beneficioso a la iglesia [. . ]
La proclamación del evangelio debía de tener alcance mundial, y los mensajeros de la cruz no podían esperar cumplir su importante misión a menos que permanecieran unidos con los vínculos de la unidad cristiana, y revelaran así al mundo que eran uno con Cristo en Dios. ¿No había orado al Padre su divino Director: «guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros»? (Juan 17: l l). [. . , ]
Solamente en la medida en que estuvieran unidos con Cristo, podían esperar los discípulos que los acompañara el poder del Espíritu Santo y la cooperación de los ángeles del cielo. Con la ayuda de estos agentes divinos, podrían presentar ante el mundo un frente unido, y obtener la victoria en la lucha que estaban obligados a sostener incesantemente contra las potestades de las tinieblas.—- Los hechos de los apóstoles, cap. 9, pp. 70-71.