«Por su amor, nos predestinó para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad».Efesios 1: 5.
MIRNA SE DETIENE frente a un negocio donde venden billetes de lotería. Observa cómo la gente compra; capta el brillo de expectativa en los ojos de esas personas. Quiere entrar y comprar, porque el premio de esa semana es de varios millones. «Ojalá tenga suerte», piensa, y entra.
Muchas personas, como Mirna, creen que las cosas suceden por golpes de suerte. Por ejemplo una coincidencia que surge en el momento exacto que se la necesita; una persona que se conoce en el momento justo; elementos sueltos que de pronto se organizan para resolver un problema, en fin…
A fin de cuentas, ¿qué es la suerte? Algunos piensan que los fenómenos de la vida ocurren por azar, es decir, que nos puede suceder cualquier cosa sin ningún propósito; un cambio radical en la vida, pero ajeno a nuestra voluntad.
Hay otros que creen que existe un destino predeterminado, y que la vida se orienta hacia el cumplimiento de ese destino, sobre el cual no tenemos control. Bueno, creer en la suerte o en el destino hace que las personas se sientan libres de sus responsabilidades y culpen a las infortunadas circunstancías, o al destino, de las dificultades que aparecen por ahí.
Pero si tú revisas la vida de la gente victoriosa, vas a notar que aunque en las vidas de muchas de ellas se dieron coincidencias extraordinarias, no alcanzaron el éxito solo por esas circunstancias, sino por el trabajo denodado, el optimismo y la fuerza de voluntad que pusieron en lo que hacían.
Lo que determina la victoria o la derrota, el éxito o el fracaso, no es la suerte ni el destino, sino la confianza en Dios y el esfuerzo. El versículo de hoy afirma que fuimos predestinados para ser hijos de Dios; eso no significa que aunque no quieras vas a terminar siéndolo. Existen muchos otros texto que declaran, con claridad, que la voluntad humana es soberana; Dios la respeta. Por ejemplo, en Juan 3: 16 no se dice que todos tendrán vida eterna, sino solo aquellos que creen.
Sal hoy a cumplir tus deberes, seguro de que Dios tiene un plan maravilloso Para tu vida. Pero ese plan solo se cumplirá si tú aceptas la promesa divina y confías en ella: «Por su amor, nos predestinó para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad».