El que sabe hacer el bien y no lo hace, comete pecado, Santiago 4:17.
(Necesitarás un letrero que diga: «¡No a las tentaciones!».)
Los papás de Julián habían salido a cenar, así que Julián llamó a sus amiguitos para que fueran a su casa. Primero jugaron videojuegos, luego a la pelota. Después, uno de los amigos puso en la computadora una película de miedo. Julián nunca había visto una película de esas, porque sus padres le habían enseñado principios cristianos. No quiso verla, pero sus amigos se burlaron de él: «¿Eres gallina o qué?».
Julián no quiso parecer cobarde, así que se sentó con los demás en la sala y comenzaron a ver la película. Julián se tapaba los ojos. ¡No sabía cómo decirles que la apagaran! De pronto, se escuchó que alguien abría la puerta. ¡Eran los papás! ¡Habían regresado temprano! Rápidamente, Julián quitó la película. Los papás vieron a Julián y sus amigos nerviosos y sospechosos, pero guardaron silencio.
Ese día, a la hora de la devoción familiar, los papás hablaron de lo importante que es ser fieles a Dios en todo, y no dar entrada a Satanás en nuestros corazones. Julián entonces confesó lo que había pasado esa tarde y lo arrepentido que estaba. Sus papás explicaron que, a veces, es mejor parecer cobarde que hacer cosas de las que nos podamos arrepentir. Recuerda (muestre el letrero): «¡No a las tentaciones!». Julián aprendió la lección, pidió perdón a Dios, y decidió siempre negarse a hacer algo malo.
HABLA CON JESÚS:
Querido Jesús, quiero serte fiel, aunque sienta presión para hacer lo malo. Ayúdame a alejarme de las tentaciones, amén.