¿Por qué existían opiniones tan diversas acerca de Jesús, en sus tiempos y en los nuestros?
¿Qué clase de desafíos tuvo que afrontar por causa de esa declaración?
Observa las demás declaraciones de Jesús. Él no dijo: «Voy a mostrarles la luz a las personas», sino: «Yo soy la luz del mundo». No pretendía darnos el agua viva; él es el agua viva; él es el camino; él es la puerta por la que entramos al reino de Dios.
Él es el buen pastor que nos guía. Al pronunciar estas declaraciones en
cuanto a sí mismo Jesús usaba el nombre que Dios le había enseñado a Moisés. El vocablo hebreo es Ha’shem, que significa «yo soy». Cuando Moisés le preguntó a Dios: «¿Quién le digo a faraón que me envió?», Dios le respondió: «Dile a faraón, “yo soy” (o Ha’shem) me envió». ¡Jesús reclamaba para sí el nombre de Dios!
Imagina haber estado entre el público y haber escuchado a Jesús decir esto.
¿Ahora entiendes por qué los líderes religiosos querían apedrearlo? ¿Cómo habrías reaccionado? ¿Cuán rápidamente defendemos nuestras tradiciones? ¿Acaso no te pones a la defensiva cuando alguien pone en tela de juicio todo aquello en lo que has creído?