‘Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre» (Daniel 2:44).
El 30 de agosto de 1521 fue un día tristemente histórico. Cuauhtémoc —que significa «El águila que desciende»—, último emperador mexica, fue tomado prisionero por el conquistador Hernán Cortés y así, oficialmente, fue derrotado el imperio Azteca. Cuauhtémoc había asumido el poder tan solo un año antes de la toma de Tenochtitlán por parte de Cortés y sus tropas.
En este mundo, los imperios caen. Son poderosos, realizan grandes construcciones, acumulan oro y riquezas, pero (inevitablemente) sucumben ante otro poderío militar, que los vence. Así también sucede en Daniel 2.
El perturbador sueño de Nabucodonosor de una imponente estatua de diferentes materiales da origen a una excepcional interpretación por parte del profeta Daniel, a quien Dios le reveló el contenido y la interpretación de las visiones nocturnas del monarca.
Así, uno a uno, y con una anticipación de miles de años, Daniel va describiendo la historia del mundo. Primero dominaría el Imperio Babilónico; después, el Medo-Persa; más tarde, llegaría el turno de los griegos; y luego, el de los romanos. Por último, habría un reino dividido y, posteriormente, sería derribado por una roca. Sería en este momento que el Dios de los cielos vendría por segunda vez a buscar y a salvar a su pueblo,
Es curioso notar cómo, de una manera o de otra, los seres humanos somos orgullosos y deseamos fervorosamente arraigarnos en el poder. Nabucodonosor no era una persona de poco entendimiento o ignorante; al contrario, era inteligente y culto. Sin embargo, no captó la dimensión histórica y profética de la interpretación de su sueño. Él era, sin duda, la cabeza de oro de la estatua; solo eso. ¡Y el capítulo 3 de Daniel relata que mandó a construir una estatua totalmente de oro! Nabucodonosor solo entendía lo que quería encender
Hoy puede ser un día histórico. Analiza las profecías. Indaga sobre estos libros proféticos y ten en claro que todos los imperios de este mundo (con sus placeres y tentaciones) pronto acabarán.
EL estudio del Apocalipsis nos lleva a las profecías de Daniel, y ambos libros contienen enseñanzas de suma importancia, dadas por Dios a los hombres, acerca de los acontecimientos que han de desarrollarse al fin de la historia de este mundo» (Elena G. de White, El conflicto de los Siglos, p, 340). PA