«Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús» (Filipenses 1: 6, NVI).
Cuando el nuevo profesor de Investigación entró en el aula, escuché una voz: «Él será tu esposo». Fruncí el ceño. Me sentí incómoda. Miré alrededor, a mis compañeros: algunos estaban sonriendo y otros no. Pero cuando él se presentó y anunció directamente que era soltero y que estaba buscando una esposa en la universidad, todos comenzaron a reír. Sentí que mi corazón daba un vuelco. Una amiga me entregó una nota que decía: «Se ven bien juntos». Suspiré.
Esa noche hablé con Dios en oración. Fue una charla seria, en la que bombardeé a Dios con preguntas y le pedí seguridad. Hacía un tiempo que anhelaba una relación seria; parecía que siempre terminaba con el corazón roto. Unos cinco meses antes, mi patrocinador me había dicho que la universidad era el mejor lugar para encontrar esposo; y él oraba por mí. «¿Será esta la respuesta? ¿Será él el hombre indicado?», pensé. Pero había un problema: él era mi profesor. Así que decidí evitarlo… Solo para descubrir que era muy difícil. Nos hicimos amigos dentro de un círculo de amigos. Compartíamos actividades, almorzábamos y pasábamos tiempo juntos, por lo cual nos conocimos mejor. Sentí que los sentimientos comenzaban a crecer.
Entonces, algo salió mal. La administración no estaba de acuerdo con nuestra amistad, así que decidimos evitarnos. Clamé a Dios y el Espíritu me susurró una canción basada en un versículo bíblico, lo cual me recordó que Dios, que había comenzado una «buena obra» en mí, sería «fiel en completarla». Guardé esto en mi corazón y canté esta canción cada vez que sentía dudas o tristeza.
Aunque mi amistad con el profesor parecía haber terminado, nuestros amigos en común todavía creían que Dios tenía planes para nosotros. Continuaban diciéndome: «Lo mejor está por llegar». Luego de terminar mis clases, acepté una invitación a enseñar en Tailandia. «Esta puede ser mi oportunidad para olvidarlo», pensé. Pero estaba equivocada. Volví a Manila para la graduación y luego de un tiempo ¡compartimos nuestros votos matrimoniales!
Dios tiene planes para cada una de nosotras, y una buena obra que ha comenzado. Esa «buena obra» será diferente en cada una, pero Dios la completará en su tiempo perfecto. Solo tenemos que esperar con paciencia y confianza, orando y escuchando los susurros de amor del Espíritu.