En Gálatas 4:5 al 7, Pablo amplía su tema, enfatizando que Cristo ahora redimió “a los que estaban bajo la Ley” (vers. 4, 5). La palabra redimir significa “comprar otra vez”. Se refería al precio pagado para comprar la libertad de un esclavo o de un rehén. La redención implica un trasfondo negativo: una persona necesita ser liberada.
Sin embargo, ¿de qué debíamos ser liberados? El Nuevo Testamento presenta cuatro aspectos: 1) liberarnos del diablo y de sus trampas (Heb. 2:14, 15); 2) liberarnos de la muerte (1 Cor. 15:56, 57); 3) liberarnos del poder del pecado, que nos esclaviza (Rom. 6:22); y 4) liberarnos de la condenación de la Ley (Rom. 3:19-24; Gál. 3:13; 4:5).
¿Qué propósito positivo logró Cristo mediante la redención que tenemos en él? Gál. 4:5-7; Efe. 1:5; Rom. 8:15, 16, 23; 9:4, 5.
A menudo decimos que Cristo efectuó por nosotros la “salvación”. Esta palabra no es tan descriptiva como el uso que hace Pablo de la palabra adopción (huiothesía). Pablo es el único autor del Nuevo Testamento que usa esta palabra. La adopción era un procedimiento legal bien conocido en el mundo grecorromano. Varios emperadores romanos, en esa época, usaron la adopción para elegir un sucesor cuando no tenían heredero legal. La adopción garantizaba varios privilegios: “(1) El hijo adoptado llegaba a ser el verdadero hijo […] de su adoptante […] . (2) El adoptante concordaba en criar al niño, y proveerle alimento y vestimenta. (3) El adoptante no podía repudiarlo. (4) El hijo no podía ser reducido a la esclavitud. (5) Los padres biológicos del niño no tenían derecho a reclamarlo. (6) La adopción establecía el derecho a heredar” (Derek R. Moore-Crispin, The Evangelical Quarterly, p. 215).
Si estos derechos son garantizados en el ámbito terrenal, ¡cuánto mayores son los privilegios que tenemos como hijos adoptivos de Dios!
Lee Gálatas 4:6. Nota que Abba era la palabra que usaban los niños hebreos al dirigirse a sus padres, como hoy utilizan la forma Papito. Jesús la usó en oración (Mar. 14:36) y, como hijos de Dios, tenemos el privilegio de llamar a Dios también “Abba”. ¿Gozas de esa intimidad con Dios en tu vida? Si no es así, ¿cuál es el problema? ¿Cómo puedes cambiar y tener esa cercanía?