PARA MEMORIZAR: “Mas la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes” (Gálatas. 3:22).
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Gálatas 3:21-25; Levítico 18:5;
Romanos 3:9-19; 1 Corintios 9:20; Romanos 3:1, 2; 8:1-4.
LAS PALOMAS MENSAJERAS SON FAMOSAS por su habilidad de volar centenares de kilómetros por día y llegar a su destino con una exactitud increíble. Sin embargo, aun las mejores palomas por momentos se han desorientado, sin
regresar al punto de partida. El peor incidente sucedió en Inglaterra, cuando unas veinte mil aves (valuadas en más de seiscientos mil dólares) nunca más regresaron a su palomar.
Tal y como lo hemos experimentado la mayoría de nosotros de algún modo u otro, estar desorientado, o perdido, no es agradable. Nos llena de temor y ansiedad; puede llevarnos a momentos de pánico también.
Lo mismo ocurre en el ámbito espiritual. Aun después de aceptar a Cristo, podemos perdernos, o desorientarnos, al punto tal de nunca regresar al Señor.
Sin embargo, las buenas nuevas son que Dios no nos ha librado a nuestra propia suerte. Nos ha dejado un mapa del camino a la fe, tal como se revela en el evangelio, y ese camino incluye la Ley. Muchos intentan separar la Ley del evangelio;
algunos hasta los ven contradictorios. Este punto de vista no solamente es incorrecto, sino también puede tener consecuencias trágicas. Sin la Ley, no habría evangelio. Es realmente difícil entender el evangelio sin la Ley.