«Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz y no de mal, para daros el fin que esperáis» (Jeremías 29: l l).
Mi plan era ser abogada y trabajar para una firma exitosa, pero no pude ir a la facultad de Derecho. Oré, pidiendo discernimiento sobre la dirección de mi vida, pero a menudo me frustraba o me desanimaba porque no veía evidencias de que Dios me estuviera guiando.
Luego de diplomarme, encontré un trabajo… que no me llenaba. Pero un día, una amiga cercana mencionó una oferta de trabajo en el Departamento de Ministerios Infantiles de la sede mundial de la Iglesia Adventista; y me animó a enviar una solicitud. ¿Era esto lo que Dios tenía en mente para mí?
Mandé mi currículum, fui a una entrevista, y dos semanas después me encontré trabajando en el puesto de asistente administrativa, donde ayudaba a planificar proyectos a través de los cuales los niños pudieran comprender el evangelio, y al mismo tiempo prepararse para el ministerio. Dios realmente me había sorprendido con su respuesta a mis años de oración. Dos años después, recibí una carta de una universidad sobre una maestría que se estaba ofreciendo de cara a trabajar en los Ministerios Infantiles y el Departamento de Familia. Yo había enviado solicitudes a muchas facultades para realizar posgrados, pero nunca había sido aceptada.
Analicé el programa de esa maestría con mi jefe y con mis padres. Luego envié una solicitud y dejé el resultado en manos de Dios. Meses después, recibí una llamada telefónica y una carta de aceptación al programa. Lloré de felicidad y quedé pasmada ante la nueva sorpresa milagrosa de Dios en mi vida. No solo estaba trabajando en la sede mundial de mi Iglesia, sino que ahora Dios me había dado la oportunidad de hacer una maestría en un ministerio que me encantaba.
Todo el tiempo Dios había tenido un plan para mi vida. Solo tuve que ser paciente y esperar a que se cumplieran sus tiempos perfectos. Todo lo que yo había planificado había quedado en la nada. Pero los planes de Dios me habían sorprendido, en formas que nunca me hubiera imaginado,
Cuando te sientas desanimada sobre tu carrera, educación o cualquier asunto personal, recuerda que Dios todavía está contigo, trabajando detrás del telón, Espera. Sigue orando. ¡Nunca pierdas la fe en que él te sorprenderá!