“Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la Ley” (Gál. 4:4).
La palabra cumplimiento que usa Pablo indica el papel activo de Dios en cumplir sus propósitos en la historia humana. Jesús vino en el momento preciso que Dios había preparado. Desde una perspectiva histórica, ese momento se conoce como la Pax Romana [la paz romana], un periodo de doscientos años de relativa estabilidad y paz en todo el Imperio Romano.
La conquista de todo el mundo mediterráneo que logró Roma trajo paz, un lenguaje común, medios favorables de transporte y una cultura común, que facilitaron la rápida difusión del evangelio. Desde una perspectiva bíblica, Dios también señaló el momento para la venida del Mesías prometido (Dan. 9:24-27).
¿Por qué Cristo tomó nuestra humanidad a fin de redimirnos? Juan 1:14; Gál. 4:4, 5: Rom. 8:3, 4; 2 Cor. 5:21; Fil. 2:5-8; Heb. 2:14-18; 4:14, 15. Gálatas 4:4 y 5 contiene un informe resumido del evangelio. La venida de Jesús no fue un accidente. “Dios envió a su Hijo”. En otras palabras, Dios tomó la iniciativa en nuestra salvación.
También está implícita aquí la creencia fundamental cristiana en la eterna divinidad de Cristo (Juan 1:1-3, 18; Fil. 2:5-9; Col. 1:15-17). Dios no envió a un mensajero celestial. Él mismo vino.
Aunque era el preexistente y divino Hijo de Dios, Jesús también fue “nacido de mujer”. Aunque el nacimiento virginal está implícito en esta frase, afirma específicamente su genuina humanidad.La frase “nacido bajo la ley” señala su herencia judía e incluye el hecho de que llevó nuestra condenación.
Cristo asumió nuestra humanidad porque no podíamos salvarnos a nosotros mismos.
Al unir su naturaleza divina con nuestra naturaleza humana caída, Cristo estaba calificado para ser nuestro Sustituto, Salvador y Sumo Sacerdote. Como el segundo Adán, vino para reclamar lo que el primer Adán había perdido por su desobediencia (Rom. 5:12-21). Por su obediencia cumplió las demandas de la Ley, redimiendo así el trágico fracaso de Adán. Y, por su muerte en la cruz, cumplió la justicia de la Ley, que requería la muerte del pecador, y así logró el derecho de redimir a todos los que van a él con fe verdadera.