‘Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo que estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y se levantó y le siguió» (Mateo 9:9).
De repente, alguien avanza por la playa. Dos hombres están preparando y arreglando sus redes. Las pisadas se acercan. Se detienen. Y entonces, se oye una voz «Vengan en pos de mí, y los haré pescadores de hombres» (Mate 4:18-20). Al instante, Andrés y Pedro dejan todo y siguen a Jesús.
Más tarde, Juan y Jacobo (pescadores también) hacen lo mismo (Mat. 4:21) 22). Algo similar ocurrió en un bullicioso y desordenado puesto de un cobrador de impuesto. Al escuchar la voz de Jesús, Mateo abandonó su tan bien remunerada —y tan mal vista— tarea y fue tras el Maestro. ¿Qué es lo que está sucediendo? ¿Por qué tal magnetismo, tal carisma, tal atractivo…? ¿Qué tiene Jesús, para que esta gente deje todo lo que está haciendo y lo siga inmediatamente?
En el Nuevo Testamento, se destacan dos tipos de atracciones. Cada una de ellas tiene su correspondiente palabra en griego.
L Súro: Se refiere a arrastrar a alguien por la fuerza o por obligación. Por ejemplo, Saulo arrastraba a los cristianos y los sacaba de sus casas para matarlos, tal como narra Hechos 8:3; y el gran dragón arrastró a la tercera parte de los ángeles del cielo, como se relata en Apocalipsis 12:4.
Elkuo: Se refiere a arrastrar, pero por atracción. De aquí proviene el sustantivo electrón, que corresponde a «electricidad». Por ejemplo, en Juan 12:32 Jesús dijo: «Sí yo fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo!
El llamado del enemigo se basa sobre la fuerza, el miedo y la obligación; es como un arrastre. En agudo contraste, el llamado de Jesús se sustenta por el magnetismo de su inigualable y maravilloso amor Es una atracción. Por eso Romanos 6 destaca que somos «esclavos del pecado», y «siervos de la justician.
Hoy puede ser un día histórico. Hoy, como aquel 27 de agosto de 1831, cuando el británico Michael Faraday descubrió el fenómeno de la inducción magnética, puedes ser atraído por la sublime fascinación de Jesús.
Alguien avanza por la playa de tu vida. Es el mismo Jesús de entonces, que se acerca y te dice: «Sígueme, y te haré un pescador de hombres».
«Jesús es atractivo. Está lleno de amor, misericordia y compasión. Se propone ser nuestro Amigo, caminar con nosotros en todos los ásperos caminos de la vida. Tenernos el privilegio de caminar diariamente cerca de Jesús, con serenidad y felicidad)’ (Elena G. de White, A fin de conocerle, p. 322). PA