“porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey» (1 Samuel 15:23).
La historia es trágica, pero fue así. El 19 de julio de 1692, en Salem, Massachusetts,
Estados Unidos, cinco mujeres fueron asesinadas, acusadas de practicar la brujería; y muchas más habían sido acusadas. Con el objetivo de purificar la sociedad y alejar a la gente de prácticas impías, se buscaba la condenación de estas prácticas ocultistas.
La situación hoy ha cambiado notablemente. La magia, el espiritismo, las prácticas ocultistas y todo lo relacionado con estas cuestiones son expuestas en los medios de comunicación como algo casi natural o normal. Películas o libros como las de Harry Potter y la saga «Crepúsculo», y juegos adolescentes de moda proponen un sinfín de razones para estar más cerca de lo que hay en el más allá.
La Biblia es clara al respecto. En Gálatas 5:19 al 21 no solo se condena la hechicería; en la lista también se mencionan otros pecados: «Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías», etc. Y en el versículo 21 se da una respuesta: los que participan de tales prácticas no irán al cielo. Si eres presa de uno de estos pecados, estás en problemas. Y quien lo estaba era Saúl) el rey de Israel que (otra vez) había desobedecido a Dios.
Dios es claro. Siempre lo es. Fue claro con Saúl y lo es con nosotros. Las prácticas ocultistas traen inconvenientes. No son simples juegos para divertirnos. Con Satanás no se juega. Nunca te burles, ni menosprecies su poder. Él nos ataca Permanentemente, por medio de música con mensajes demoníacos o con populares series de televisión en que el espiritismo y todo lo relacionado con el «más allá» se trata como cosa trivial. No te dejes engañar.
Hoy puede ser un día histórico. Deja de lado las prácticas de las tinieblas y entrégate completamente a Dios. Recuerda: no puedes revolcarte en el barro y salir limpio.
«Los que enseñan el espiritismo se presentan en forma agradable y seductora Para engañarlos, y si escuchan sus fábulas quedaréis entrampados por el enemigo de la justicia, y perderán ciertamente vuestra recompensa» (Elena G. de White, El evangelismo, pp. 606, 607). PA