No temáis manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el rey no» (Lucas 12:32)
Si hay un país en este planeta que parece ser un pedacito del cielo, sin dudas, ese país es Noruega. Elogiado por sociólogos, ecologistas, economistas y analistas, y primero en casi todos los listados de calidad de vida, este país (repleto de bellísimos paisajes) es una tierra saludable, pacífica y solidaria, que tiene un altísimo nivel de empleo y de ingreso monetario per cápita.
Noruega está considerado como uno de los mejores lugares del mundo para vivir, y en 2015 fue el país número uno en el Índice de Desarrollo Humano.
¿Qué problemas pueden existir en un lugar como Noruega? Varios, y muy graves:
Tiene una alta tasa de suicidios.
Los impuestos son muy elevados.
Recibe poca luz solar,
Tiene la segunda tasa de muertes más alta por sobredosis de drogas en Europa. El precio de la gasolina es muy elevado.
Asimismo, más allá de estos temas complicados, Noruega se vio sacudida de manera espantosa un día como hoy, en 2011. Ese trágico 22 de julio, la felicidad del país se empañó por una explosión en Oslo, cerca de la sede del gobierno noruego, y un tiroteo ocurrido dos horas después en la Isla de Utoya, ubicada en el lago Tyrifiorden. Todo esto dejó un saldo de 77 muertos y más de un centenar de heridos. Este fue el desastre más importante en Noruega desde la Segunda Guerra Mundial.
Ese día, Jens Stoltenberg, primer ministro de la nación, expresó: «No dejemos q ue nos asusten. No van a destruir nuestra democracia. Somos una nación pequeña, pero nadie nos silenciará con las bombas. Nadie nos disparará, para callarnos».
Tal vez pienses que este mundo es tu destino final y que puedes encontrar en él una especie de ‘paraíso! Estás equivocado. iSi hasta la espectacular Noruega está cargada de problemas y de crisis!
Hoy puede ser un día histórico. Levanta tu vista hacia el Cielo. No temas. El enemigo no podrá contra ti, por más tentaciones ‘bomba» a las que te someta. Dios no te dejará ni te desamparará.
«Aunque el conflicto no acaba nunca, nadie necesita luchar solo. Los ángeles ayudan y protegen a los que andan humildemente delante de Dios. Nunca traicionará el Señor al que confía en él. Cuando sus hijos se acercan a él en busca de protección contra el mal, él levanta con misericordia y amor un estandarte contra el enemigo» (Elena G. de White, Servicio cristiano, pp. 206, 207). PA