«Mi siervo Job orará por vosotros y yo de cierto lo atenderé» (Job 42: 8).
El verano pasado, mientras viajaba de Colorado a Minnesota, hice una parada en North Platte, Nebraska, en un supermercado, para comprar más agua y otras cosas necesarias. Para mi sorpresa, vi a mi querida amiga Marie Harvard acercándose. ¡Ella es mi «guerrera de la oración»! Ha estado orando por mí cada día desde noviembre de 2005, cuando salí de los Estados Unidos para trabajar como misionera en la India.
Muchas personas han orado por mí, pero Marie es extraordinaria.
Un sábado de tarde la visité, y me impresionó la relación especial que tiene con Dios. Tenía el rostro de una sierva pacífica, devota y amante. Alguien que se aferró de las promesas de Dios y ha orado por personas de todo el mundo en los momentos difíciles y peligrosos que vivieron.
Aquel día hablamos de muchas cosas, y yo le pregunté cuáles eran sus textos bíblicos preferidos. Sin dudarlo, sonrió, y me dijo que muchos y que los repite a favor de misioneros que sirven por todo el mundo. Orar los Salmos por ellos le brinda la satisfacción de saber que están a salvo en los brazos de Dios, sin importar adónde vayan. Siente que el Salmo 91 es un regalo del Padre, un regalo de seguridad, de saber que pueden caminar afuera, en la oscuridad, sabiendo que los ángeles de Dios velan por ellos.
En una de esas conversaciones, Marie y yo nos dimos cuenta de que ella había estado orando fiel y firmemente por mí el día en que nuestra amiga mutua, Sheila, y yo tomamos un avión en el aeropuerto de Guwahati, en la India. Al día siguiente (nuestro día de partida original), el aeropuerto fue bombardeado. Dios nos protegió a través de una guerrera poderosa que nos sostuvo en oración.
Hace falta ser una persona especial, con la diligencia de un soldado, para orar varias veces cada día por aquellos a quienes, probablemente, no encuentre en esta tierra. Una guerrera de la oración que esté dispuesta a reclamar las promesas de Dios con tranquilidad y obediencia, con el fin de que se salven quienes están en la oscuridad y de dar seguridad a quienes van a comunicarles luz. Marie es mi guerrera de la oración. ¿Por quién luchas tú hoy, y cada día, a través de la oración?