«Toda Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar y reprender, para corregir y educar en una vida de rectitud» (2 Timoteo. 3:16.
Maravilla ver cómo es de sabia la naturaleza. A nosotros nos regala nuestros papás, para que nos enseñen todas las cosas que necesitamos saber. Y a los animales también les regala papás y mamás, que les enseñen todo. Los monos, por ejemplo, enseñan a sus crías a ser aseadas (aunque no parezcan muy limpias). ¿Cómo lo hacen? Llevan a sus pequeños hasta la orilla del agua y les enseñan a bañarse.
A los pequeños no les agrada, pero ¿es importante o no que se bañen? ¡Claro! Como también lo es para nosotros que nos bañemos; aunque nos fastidie un poco cuando mamá nos manda a la bañera.
A los bebés foca tampoco les gusta mucho el agua. Las primeras veces que entran en el agua se muestran rebeldes, y su mamá debe tener mucha paciencia para conseguir que se zambullan. A las nutrias, a pesar de que son expertas nadadoras, hay que enseñarlas a sumergirse en los ríos cuando son pequeñas. Los cóndores y las golondrinas aprenden a volar con sus padres.
Los pequeños castores aprenden a realizar los trabajos que hacen gracias a sus padres, que los llevan a la orilla de los ríos, para que jueguen a imitar el trabajo de arrancar ramitas y llevar montoncitos de barro. Y así, jugando, aprenden.
Si la naturaleza es tan sabia, imagínate cuánto más sabio aún es el Dios que la creó, y que te ha creado a ti. Él es como un Padre y una Madre para ti. Te ha dado a tus papás terrenales, que te enseñan muchas cosas todos los días; pero él es tu Papá celestial. Y como un buen Padre, quiere enseñarte muchísimas cosas que son para tu bien y tu felicidad.
Todas esas cosas están en su Palabra.
Tu Padre celestial quiere que leas la Biblia, porque es a través de ella como aprenderás a vivir una vida feliz, y que haga felices a los demás también. Nadie podrá nunca quitarte lo que has aprendido en la Biblia. ¿Qué te parece si hoy te aprendes cinco versículos seguidos de la Biblia? Elige los que más te gusten y memorízalos. Verás cómo te ayudarán a lo largo del día y te enseñarán grandes cosas.