«El Señor dejó que Nabucodonosor capturara a Joaquim, y que tarnbién cayeran en su poder gran parte de los utensilios del templo de Dios. Nabucodonosor se llevó los prisioneros a Babilonia, y puso los utensilios sagrados en el tesoro del templo de sus dioses». Daniel 1: 2.
Ambas márgenes del río, los dos bandos estaban furiosos. Había pasado ya el tiemo de la diplomacia, y ahora era una cuestión de supervivencia. Nadie estaba dispuesto a perder los huesos del profeta y, quienes los tenían en aquel momento, no iban a entregarlos. La ciudad de Juzestán estaba a punto de entrar en una guerra civil por causa de los huesos de su hombre santo, que había muerto hacía ya mucho tiempo. Se trataba de un profeta del exilio llamado Daniel.
Los judíos de un lado del río eran prósperos, mientras que los del otro lado vivían en la pobreza. Los habitantes de la zona pobre creían que los huesos del profeta eran una bendición para aquellos que los tenían cerca y por eso querían que el ataúd de Daniel estuviera en su lado del río. Cuando esa solicitud fue denegada, comenzó una guerra civil que dejó muchos muertos. Finalmente, ya cansado de tanta lucha, el rey de Persia intervino y ordenó que el ataúd fuera colgado con cadenas bajo el puente que unía a las dos ciudades, exactamente en el medio del río, para que los habitantes de ambos lados estuvieran igual de cerca.
Ordenó que se pusiera el ataúd viejo en otro de cristal, y que se construyera una pequeña capilla para que pudieran ir a adorar al gran profeta quienes lo desearan. Así fue corno los huesos de Daniel terminaron suspendidos con cadenas bajo un puente y recibiendo visitas de los pueblos de ambas márgenes del río, que iban allí a orar a su hombre santo y a pedirle prosperidad. Lo más increíble de todo es que esa gente perdió de vista que el profeta muerto ya no tenía ningún poder, Lo único valioso que quedaba de él eran sus escritos y sus profecías.
Cuando lees el libro de Daniel encuentras no solo historias como la del pozo de los leones o la estatua de Nabucodonosor, sino también bestias con cuernos y diademas. El libro está lleno de símbolos y misterios que incluso hoy siguen siendo un dilema para los eruditos de la Biblia. El mensaje alto y claro del libro de Daniel es que Dios quiere darno razones para creer en él, evidencias de que las predicciones bíblicas respecto al futuro se cumplen. Eso debe darnos mucha confianza. Tenlo en mente cuando leas este increíble libro.