«En ese mismo instante se cumplíó la sentencia anunciada, y Nabucodonosor fue separado de la gente; comió hierba, corno los bueyes, y el rocío empapó su cuerpo, hasta que el pelo y las uñas le crecieron corno si fueran plurnas y garras de águila» Daniel 4: 33.
La mujer comenzó a arañar la cama y a gruñirle a su esposo, quien, de un salto, íntentó ponerse a salvo. Ella llevaba días diciendo que no se sentía bien, que había algo en el espejo que le daba miedo, y ahora parecía un animal salvaje arañando y rugiendo. Su esposo intentó tranquilizarla pero no lo consiguió. Ella seguía corriendo por el cuarto con frenesí hasta que finalmente se detuvo delante del espejo y vio la cara de un lobo con el hocico abierto y los colmillos fuera.
La mujer, de solo cuarenta y nueve años, no tenía historial de enfermedades y hacía apenas dos días estaba completamente sana. Pero ahora estaba convencida de que era una loba y que necesitaba deambular por las montañas en busca de carne. El término psiquiátrico para esta enfermedad es licantropía. Se considera que esta es una forma grave de esquizofrenia y hay gente que la padece.
El relato de Nabucodonosor tiene muchas cosas en común con esta enfermedad. En tablas antiguas encontradas en 1975 se habla de la enfermedad que afectó a Nabucodonosor. Se dice que de pronto no se le podía entender nada, no reconocía a su esposa ni a sus hijos y se había recluido socialmente.
Parece que su enfermedad duró bastante y que sus consejeros tuvieron que gobernar mientras él estuvo enfermo. Parece una película de terror, si no fuera porque se basa en un sueño profético que Dios le había dado al propio Nabucodonosor para avisarle del futuro que le esperaba, Por supuesto, Daniel fue el que tuvo que explicarle el significado de aquel sueño.
El resultado final del «brote de licantropía» de Nabucodonosor fue positivo. Tras siete años enfermo, recobró la cordura, tal como había avanzado la profecía.
Miró al cielo y se dio cuenta de dónde encajaba él en el gran esquema del universo, Dios había estado obrando en Nabucodonosor durante años, pero fue así como se produjo su conversión. Sabemos que se convirtió porque la misma Biblia dice que bendijo al Dios altísimo y lo alabó (ver Daniel 4: 34).
Espero que no haga falta algo tan drástico corno un brote de licantropía para que Dios logre captar nuestra atención. Él está intentando llegar a nosotros, ¿escucharemos qué es lo que tiene que decirnos?