Al reflexionar sobre las tres leyes de la oración según Mateo 7: 7 y 8, hemos establecido que la primera ley es pedir.
Pero lo cierto es que existe mayor confusión en la mente promedio sobre las oraciones no respondidas que sobre casi cualquier otro asunto del cristianismo.
Algunos se quejan, diciendo: «Jesús dijo que pidamos y entonces recibiremos. Yo he orado, y todavía no he recibido nada. Por eso, la oración no funciona».
Pero consideremos algunas razones para la falta de respuestas.
Quizá nuestras expectativas humanas difieran significativamente de la respuesta divina.
Tal vez, como dijo Santiago: «Pedís, pero no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites» (Sant. 4: 3). ¿Cuántas veces hemos pedido cosas a Dios que luego entendimos que no habrían sido adecuadas para nosotros?
Lo que Dios quiere que entendamos y aprendamos de esta primera ley es la seguridad de que cuando «pedimos», sin importar el resultado, habrá una respuesta (ver Isa. 65: 24).
Ley n o 2: Busca y encontrarás. Buscar significa perseverar, y la perseverancia promete progreso.
Quien pide y se detiene cuando no hay una respuesta inmediata, es semejante a algunos seguidores que se conformaban con tocar el borde del manto de Jesús, Y nunca buscar las bendiciones espirituales mayores, como la mujer con flujo de sangre. Pero al comenzar un diálogo con ella sobre su necesidad, Cristo la atrajo hacia una relación más íntima con él y luego le dio entendimiento espiritual. De manera similar, muchos hoy quedan satisfechos con tocar brevemente el borde del mundo espiritual. Pero el buscador perseverante, que está dispuesto a sobrepasar los obstáculos y llegar a Ja puerta de la esperanza, logrará entrar.
Quien simplemente pide, descubre que hay algo allí. Pero quien busca, encuentra el tesoro.