«Que no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú» Mateo. 26:39.
En un pueblecito que tenía mar, vivía un joven en una cabaña. Una mañana, decidió ir a recoger cocos, entonces se levantó temprano, montó en su caballo y se fue al lado de la playa, donde había muchas palmeras. Cuando llegó, se dio cuenta de que había sido muy afortunado, porque todos los cocoteros estaban llenas de cocos. Subió al que tenía más cerca, y fue sacando los cocos que había bien arriba. Hizo lo mismo con la segunda palmera y con la tercera; y así siguió hasta que tenía más cocos de los que podía transportar.
Los fue colocando en un canasto sobre su montura, y partió.
A mitad de camino, le pareció que se había perdido, así que, decidió parar a un transeúnte: -Disculpe, ¿le puedo hacer una pregunta? -preguntó a un hombre. -Por supuesto -contestó.
-¿Sabe cuánto tiempo tardaré en llegar al pueblo por este camino?
El hombre miró al joven y después al caballo cargado hasta el tope. Tras pensar un momento, respondió:
-Si vas despacito, llegarás temprano. Pero si vas rápido, tardarás todo el día.
Y sin decir nada más, siguió su camino.
El joven se quedó muy extrañado con esa respuesta, así que decidió no hacerle ni caso. Por eso apuró a su caballo lo máximo que pudo, para llegar al pueblo temprano, Pero al cabo de unos metros, tuvo que detenerse. Con la velocidad, muchos cocos se habían caído. Los recogió y volvió a colocarlos en el cesto. Para recuperar el tiempo que había perdido, hizo que el caballo fuera todavía más deprisa. Pero los cocos volvieron a caerse.
Y así se repitió la escena una y otra vez, a lo largo de todo el camino. Cuando llegó al pueblo ya era de noche. Entonces entendió el mensaje: si no hubiera ido con tantas prisas, los cocos no se le habrían caído y hubiera llegado mucho antes.
«Las prisas nunca fueron buenas», dice un refrán. Por eso, hagamos las cosas con calma. Y si estamos apurados, pues más razón para respirar hondo y hacer las cosas con calma. Tal vez tengamos que dedicarles más tiempo, pero no corramos, porque las haremos mal.