«Que nadie los engañe con palabras falaces. Estas son precisamente las cosas que encienden la ira de Dios sobre quienes se niegan a obedecerle. ¿Quieren también ustedes ser cómplices suyos?
En otro tiempo eran tinieblas, pero ahora son luz al estar unidos al Señor. Pórtense como hijos de la luz, cuyos frutos son la bondad, la rectitud y la verdad». Efesios 5: 6-9, LPH.
ANDEMOS EN LA LUZ. Andar en la luz significa ser decidido, pensar, ejercer fuerza de voluntad, en un ferviente intento de representar a Cristo en la ternura de su carácter. Significa apartar toda lobreguez. No hemos de descansar satisfechos diciendo solamente: «Soy un hijo de Dios». ¿Estamos contemplando a Jesús, y al contemplarlo, estamos siendo transformados a su semejanza?
Caminar en la luz significa avanzar en el desarrollo de los dones espirituales.
Pablo declaró: «No que ya haya alcanzado, ni que ya sea perfecto; pero […] olvidando ciertamente lo que queda atrás», al contemplar constantemente el Modelo, me extiendo «a lo que está delante» (Fil. 3: 12-14). Caminar en la luz significa caminar «rectamente»’ caminar «en la ley de Jehová», caminar «por fe», caminar «en el Espíritu», caminar «en tu verdad», caminar «en amor», caminar «en novedad de vida». Esto es perfeccionar «la santificación en temor de Dios» (Rom. 6: 4; 2 Cor. 7:1).—- Carta 98, 1902.
Cuando la luz del cielo resplandece sobre el instrumento humano, su rostro expresará la alegría del Señor que habita en lo profundo de su ser. Es la ausencia de Cristo en el corazón la que hace que la gente se entristezca y albergue dudas en su mente. Es la carencia de Cristo lo que entristece el rostro y hace de la vida un peregrinaje de suspiros. El gozo es la nota clave de la Palabra de Dios para todos los que la reciben. ¿Por qué? Porque tienen la luz de la vida. La luz da alegría y gozo, y este último se manifiesta en la vida y el carácter.— Manuscrito 96, 1898.