«A la verdad yo te he puesto para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado en toda la tierra». Éxodo 9: 16.
SE NECESITAN HOMBRES Y MUJERES fieles que no esperen a que el camino se les allane y quede despejado de todo obstáculo, que inspiren nuevo celo a los débiles esfuerzos de los desalentados obreros; hombres y mujeres cuyos corazones irradien el calor del amor cristiano, y cuyas manos tengan fuerza para desempeñar la obra del Maestro.
Algunos de los que se ocupan en el servicio misionero son débiles, sin firmeza ni ánimo, y se desalientan fácilmente.
Carecen de impulso y de los rasgos de carácter que dan fuerza para hacer algo; les falta el espíritu y la energía que encienden el entusiasmo. Si queremos tener éxito hemos de ser animosos y optimistas. Se han de cultivar no solo las virtudes pasivas, sino también las activas. Es necesario dar la suave respuesta que aplaca la ira, pero también hay que tener valor heroico para resistir el mal. Con «el amor» que «todo lo soporta» (1 Cor. 13: 7), necesitan la fuerza de carácter que hará de su influencia un poder de vida para vida.
Algunos no tienen firmeza de carácter. Esta flaqueza, indecisión e ineficacia deben vencerse.
Los hombres y mujeres fieles son los que han sufrido oposición y contradicción. Por el hecho de que ponen en juego sus energías, los obstáculos con que tropiezan les resultan bendiciones. Llegan a valerse por sí mismos. Los conflictos y las perplejidades invitan a confiar en Dios, y determinan la firmeza que desarrolla el poder.—— El ministerio de curación, cap. 42, pp. 357-359.