«Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite la capa, ni aun la túnica le niegues. A cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva» (Lucas 6:29, 30).
Tanto en la esquina del moderno edificio del Centro Internacional de Convenciones de Ciudad del Cabo como en las pintorescas calles de la zona de Waterfront; tanto en la famosa y comercial Long Street como camino al bellísimo Cabo de Buena Esperanza, una silueta anaranjada que reposa repetidamente en cientos de carteles me saluda, silenciosa. Es la de Nelson Mandela, el líder político que cambió la historia de Sudáfrica en la década de 1990 y devolvió a su pueblo algo de la humanidad perdida, al abolir el apartheid, terrible régimen de segregación racial.
Los carteles refieren al Mandela Day [El Día de Mandela], que se celebra cada 18 de julio, día del nacimiento del otrora Premio Nobel de la Paz. Las circunstancias hicieron que esa jornada me encuentre recorriendo Sudáfrica, que me recibe tibiamente fría, parcialmente nublada y tímidamente lluviosa. Más allá de eso, es una jornada festiva. Pasacalles, gorros, camisetas, banderas, tapas de diarios… Una sana invasión visual impregna el ambiente con frases y figuras referidas a este día.
En este día, la propuesta en Sudáfrica era dedicar una hora para un servicio comunitario desinteresado. ¡Esta es la mejor manera de festejar el cumpleaños de Mandela!
Apelando a la compasión y el perdón, Mandela procuró fundir en una sola alma una nación racialmente dividida y violenta. Y como la mejor manera de predicar es el ejemplo, perdonó a aquellos que le quitaron la libertad durante 27 años al condenarlo a prisión en la Isla de Robben.
Sin embargo, todo esto no es más que un eco de las enseñanzas de Jesús en el Sermón del Monte. Cada concepto de los capítulos 5, 6 y 7 de Mateo es una lección de vida plena: amar al enemigo, hacer la segunda milla, orar por quien nos desprecia, tratar a otros como nos gustaría que nos trataran a nosotros. Mandela Day queda casi reducido a la nada, comparado con los notables consejos inspirados por el Cielo. Todo podría cambiar a nuestro alrededor si siguiéramos, en la práctica, lo que Cristo predicó.
Hoy puede ser un día histórico. Practica hoy las enseñanzas del Sermón del Monte.
«La inhumanidad del hombre para con el hombre es nuestro mayor pecado, Muchos piensan que están representando la justicia de Dios, mientras fallan por completo en representar su ternura y gran amor» (Elena G de White, El ministerio de curación, p. 100). PA