“Lo que atestigües con tus ojos no lo lleves de inmediato al tribunal, pues ¿qué harás si a fin de cuentas tu prójimo te pone en vergüenza?”. Proverbios 25: 7, 8.
Mi amiga Margy, que es esposa de pastor, como yo, me contó algo que ella hacía cuando tenía más o menos tu edad. Pero para entender por qué se comportaba de esa manera, debo explicarte antes que ella era la más pequeña de tres hermanos. Cuando nació, sus hermanos tenían siete y ocho años respectivamente. Cada vez que sus hermanos hacían alguna travesura, ella acudía inmediatamente a su papá: ”Papá, ellos dos se están portando mal”; “Ellos son los que rompieron el vidrio”; “Papá, ven, mis hermanos quebraron un jarrón”.
¿Te resulta familiar? A lo mejor, en tu casa sucede lo mismo.
El papá de Margy tenía una correa de cuero, que utilizaba para castigar a sus hijos, pero solo la usaba con los hermanos de Margy, porque ella siempre echaba a ellos dos la culpa de todo. A veces, cuando los hermanos mayores escondían la correa del papá para que no les pegara, Margy iba a delatarlos: “La enterraron en el patio”; “La escondieron en el armario”… Ningún secreto estaba a salvo con Margy.
Un día, cuando Margy tenía ya siete años, decidió salir de la casa sin permiso y pasó la tarde con una amiguita. Por la noche, preocupados, los papás llamaron a la policía. Cuando por fin encontraron a Margy, el papá le dijo: “Mi amor, yo nunca te he pegado, pero hoy lo mereces por haberte ido sin permiso”. Y, con la correa, le pegó. Al otro día, fue Margy quien reunió a sus hermanos para esconder entre los tres aquella correa. La escondieron tan bien que el papá nunca la encontró, y nunca más les pegó con ella.
¿Recuerdas la historia de Amán y Mardoqueo? Se parece mucho a esta, porque el que iba a “cazar” al otro, finalmente resultó cazado, igual que mi amiga Margy. Amán deseaba la muerte de Mardoqueo, pero fue Amán quien recibió el castigo que procuraba dar a un hombre justo. Lee la historia en Ester 5:9 al 14.
¿Sabes? Tenemos que tener mucho cuidado de no hacer daño a nadie, porque algún día podemos ser nosotros quienes estemos en su lugar.