« ¡Ay de los que llevan una vida fácil en Sion! ¡Ay de los que viven confiados en Samaria, los jefes de la nación más importante, a quienes recurren los israelitas!». Amós 6: 1.
La mantequilla de maní es probablemente el peor alimento que se puede elegir para una batalla. Lo digo por experiencia, recordando la noche en que mis padres le pidieron a mi primo Miki que nos cuidara a mí y a mis tres hermanos. Los cinco decidimos hacer una batalla de comida. No recuerdo bien de quién fue la brillante idea de elegir la mantequilla de maní, pero te puedo asegurar que fue divertidísimo meter los dedos en el bote y arrojarla por todas partes.
Me gustó especialmente el sonido que hacía la mantequilla cuando se estampaba contra las paredes, el piso, las mesas y los muebles. Ninguno estábamos pensando en las consecuencias, en qué pasaría después de la fiesta, hasta que mamá llamó y dijo que estaban de camino. ¿Alguna vez has intentado limpiar mantequilia de maní de la alfombra? Entonces ya sabes que no es fácil. Lo peor fue descubrir que se había quedado mantequilla pegada a mi arpa de madera. A veces todavía hoy, cuando la toco, me parece que huele a mantequilla de maní,
Cuando uno se lo está pasando bien, no quiere pensar en las consecuencias, en si tendrá que limpiar después el desastre que ha hecho con su vida, Simplemente uno quiere pasárselo bien y disfrutar el momento. Así era la gente que vivía en los tiempos de Amós: disfrutaban de paz, prosperidad y salud cuando ese loco pastor de ovejas convertido en Profeta les dijo que la destrucción y el juicio se avecinaban. Condenó a los que se hacían ricos u obtenían poder a costa de los demás y defendió la justicia social. Pero la gente no quería pensar en nada de eso, ¿Juicio? ¿Justicia social?
Ellos simplemente querían pasárseIo bien, vivir el día a día. Desafortunadamente, esa actitud los condujo a la muerte, a la desesperación y al exilio,
Es peligroso pensar solo en el día de hoy. Aunque es cierto que la adolescencia es la mejor etapa de la vida, también es cierto que en ella hay que tomar decisiones cuyas consecuencias te acompañarán para siempre. Así que, está bien, vive a tope, disfruta el día a día, pero hazlo de una manera que honre a Dios, a ti mismo y a los demás. Así no tendrás que limpiar ningún desastre en el futuro.