Una vez, un pastorcillo de ovejas, queriendo divertirse a costa de los demás, se puso a gritar con todas sus fuerzas: —¡El lobo! ¡Viene el lobo!
Los campesinos, que eran sus vecinos, al oírlo corrieron en su auxilio, pero al llegar al lugar, encontraron al pastorcillo acostado tranquilamente, a la sombra de un árbol, riéndose de ellos.
Al día siguiente, con más ganas de bromear, el pastorcillo hizo lo mismo y los campesinos cayeron en su trampa nuevamente. Regresaron a sus campos, enojados por las bromas que el pastorcillo les había gastado.
Pero al poco rato, un lobo se apareció en la granja del pastorcillo mentiroso, y aunque gritó con todas sus fuerzas: —¡Auxilio, ayúdenme!
Nadie acudió a salvarlo porque ya no le creían.
Jesús desea que con tu boca hagas cosas buenas, como alabarlo y cantarle himnos, besar a tus abuelitos, o decir palabras bonitas a los demás. Que no te pase lo que al pastorcillo mentiroso, que al final nadie le creyó. Antes de orar, ¿qué te parece si cantas tu corito preferido en alabanza a Dios?
HABLA CON JESÚS: Querido Jesús, ayúdame a utilizar mi boca para alabarte siempre y para bendecirá los demás. Amén.