«El Señor volvió a decirme: «Ve y ama a una mujer amada de su amigo y adúltera. Así ama el Señor a los israelitas, aunque ellos se vuelven a dioses extraños». Oseas 3: 1.
Me da vergüenza admitir cuántas veces dejé a Greg, convencida de que no me convenía, hasta que finalmente me di cuenta de que era el hombre para mí. Después de nuestras dos primeras citas, llegué a la conclusión de que Greg y yo no podíamos estar juntos, ¡éramos tan diferentes! Entonces salí con un muchacho que vivía lejos y, cuando eso no funcionó, salí con un amigo de Greg. Mientras tanto, Greg seguía esperando. Días antes de que me fuera como estudiante misionera a otro país, decidimos intentarlo de nuevo, pero otra vez salió mal y lo tomé como prueba de que no era nuestro destino.
Luego me enamoré de un europeo con el que tenía mucho en común, y Greg seguía esperando, convencido de que yo era la mujer de su vida. Cuando regresé a casa, decidí darle una nueva oportunidad a Greg y esta vez salió bien durante un tiempo. Hasta que un antiguo novio me confesó que todavía me quería y yo de nuevo me sentí confundida. No imaginaba que Greg ya estaba haciendo planes para casarse conmigo. Él sabía que yo era su «media naranja» y finalmente yo también me di cuenta de que él era el hombre para mí.
Nos casamos y esa fue la mejor decisión de mi vida. Lo increíble es que, por muchas veces que yo dejara a Greg, perdiera la fe en nosotros o saliera con otro, él seguía amándome, veía posibilidades en nosotros que yo no veía. Desde el mismo comienzo decidió amarme para Siempre.
Si se pudiera viajar en el tiempo, creo que Greg y Oseas hubieran tenido una interesante charla para compadecerse el uno del otro. La esposa de Oseas también lo abandonó una y Otra vez. De hecho, era prostituta, pero Dios había ordenado a Oseas que se casara con ella.
Oseas la amaba, y sufría cada vez que ella volvía a sus viejos caminos. Pero cada vez él la aceptaba de vuelta. ¿Como quién? Sí como Greg. Así es Dios: no importa cuántas veces Israel lo abandonara, siempre los aceptaba de nuevo. Oseas era un ejemplo vivo de esto. Dios también te aceptará a ti de nuevo a pesar de que Io hayas abandonado tantas veces. Te ama más de lo que te puedas imaginar y ve posibilidades en ti que tú no ves. Está dispuesto a esperarte todo el tiempo que haga falta. Nunca dejará de amarte; nunca se dará por vencido contigo.