«Entonces nacerá tu luz como el alba y tu santidad se dejará ver en seguida; tu justicia irá delante de ti y la gloria de Jehová será tu retaguardia». Isaías 58: 8.
LA SANTIDAD es algo que no se puede ocultar. Al mismo tiempo, es como el perfume: resulta empalagosa cuando se usa sin medida. Imagínate con el cuerpo sudado, después de haber corrido durante una hora. No encuentras agua y, para resolver el problema, te secas el sudor con la toalla y te colocas perfume, para disfrazar el olor del sudor. ¿Qué resultaría? No es necesario responder…
Ahora imagínate debajo de la ducha, dejando que el agua limpia resbale por tu cuerpo. Después, antes de salir a la calle, te colocas dos gotitas de un perfume muy agradable. Estoy seguro de que la gente te va a mirar mientras caminas. No existe mejor fragancia que la de un perfume que se rocía con discreción en un cuerpo limpio.
La santidad es el perfume espiritual del cristiano. No puedes pasar desapercibido cuando el perfume de Cristo está reflejado en tu vida: «Tu luz nacerá como el alba y tu santidad se dejará ver en seguida», dice el profeta.
Pero, ¿qué es la santidad? La palabra «santo», en el original griego, encierra el significado de algo que fue separado para un propósito especial. Es la conciencia de que no eres un ser común; de que perteneces al Rey del universo; de que fuiste comprado con sangre; de que eres parte de la familia
real. Por eso, cuando encuentres en tu senda muchas voces, llamándote a transitar por los caminos que te llevan a la destrucción y a la muerte, acuérdate de que tú eres santo, separado para un propósito especial. No eches las perlas a los puercos; tú eres una joya preciosa, de un valor infinito.
El Señor Jesucristo lo dejó todo en el cielo, y vino a esta tierra a buscarte, porque tiene un propósito especial para ti.
Sal hoy por los caminos de la vida; pero sal con la conciencia de tu santidad. Recuerda que no existe santidad sin justicia. Busca a Jesús y su justicia; y, sin importar las muchas dificultades y tentaciones que debas enfrentar, será lo más
Precioso que Jesús tiene en esta vida, y vivirás como tal.
«Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu santidad se dejará ver en seguida; tu justicia irá delante de ti y la gloria de Jehová será tu retaguardia».