Desde nuestra perspectiva, puede parecer que la segunda venida estuviera demorando mucho. Jesús obviamente sabía que nos sentiríamos de esta manera y, en algunas parábolas, nos advirtió lo que podría suceder si no somos cuidadosos y atentos durante este tiempo. Tomemos, por ejemplo, la parábola de los dos siervos en Mateo 24:45 al 51 (mencionada en la sección del miércoles). Ambos esperaban a su señor, pero llegaron a dos conclusiones diferentes acerca de su regreso.
Uno decidió que debía estar preparado para que el señor volviese en cualquier momento. El otro dijo que el señor se demoraba y, por lo tanto, tomó ese “retraso” como una oportunidad para actuar con maldad.
“Por cuanto no sabemos la hora exacta de su venida, se nos ordena que velemos. ‘Bienaventurados aquellos siervos, a los cuales cuando el Señor viniere, hallare velando’ (Luc. 12:37).
Los que velan esperando la venida de su Señor no aguardan en ociosa expectativa. La espera de la venida de Cristo debe inducir a los hombres a temer al Señor y sus juicios sobre los transgresores. Les ha de hacer sentir cuán gran pecado es rechazar sus ofrecimientos de misericordia. Los que aguardan al Señor purifican sus almas obedeciendo la verdad” (DTG 588).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
En clase, comenten las respuestas a la pregunta del Lunes sobre la segunda venida. ¿Cuáles son algunas de las maneras en que lidiamos con el hecho de que Cristo aún no ha regresado? ¿Qué podemos aprender de las respuestas de los demás?
¿Qué enseñanzas, prácticas y creencias sostenemos como adventistas del séptimo día que no surgen de la cultura, ni la razón, ni la tradición, sino que provienen únicamente de la Palabra de Dios?
Como vimos durante esta semana, Pedro relacionó las tendencias y pasiones pecaminosas con las falsas enseñanzas. La lección contenía esta declaración: “No es simple coincidencia que las pasiones pecaminosas pueden llevar a falsas enseñanzas, ¿verdad?” ¿Por qué no es una coincidencia? ¿Cuáles podrían ser las variadas conexiones entre ambas?
Albert Einstein presentó al mundo la idea asombrosa de que el tiempo no es absoluto. Es decir, dependiendo de dónde estás y cuán rápidamente te estés moviendo, el tiempo en tu cuadro de referencia será distinto del de otra persona en otro cuadro de referencia. El punto es que el tiempo es algo muy misterioso y actúa de maneras que no entendemos plenamente. ¿Cómo podría esta idea ayudarnos a entender que, para Dios, el tiempo no es lo mismo que para nosotros, especialmente en el contexto de la demora de la segunda venida de Cristo?