«Yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz y no de mal, para daros el fin que esperáis» (Jer. 29:11).
Nuestra familia tenía que mudarse. En 1972, la sede principal de nuestra iglesia envió a nuestra familia a trabajar como misioneros al Brasil. Nos mudamos a Campo Grande, en el Estado de Mato Grosso do Sul. Estábamos aprendiendo portugués, disfrutando de la gente, de los monumentos y de la comida. Llevábamos en Campo Grande cerca de dos años, cuando fuimos invitados a seguir el ministerio en Belém do Pará. Dónde está Belém? ¿Estará muy lejos de Campo Grande? ¿Cuánto tiempo nos tomaría llegar allá?, nos preguntábamos. En medio de nuestras preguntas sin respuesta, y el empaque de nuestras pertenencias para tan largo viaje a lo desconocido, ¡estábamos emocionados!
Contratamos una agencia de mudanzas. El día del traslado llegó. Nuestro plan era que todos nuestros enseres, ropa y demás pertenencias fueran en el camión de mudanzas. Nosotros llevaríamos en el auto todos los artículos de primera necesidad: alimentos, libros escolares (para el estudio de nuestros hijos en casa), y ropa suficiente para cambiarnos durante el viaje; viaje que solo el Señor sabía cuánto tiempo duraría. Finalmente, el auto estaba cargado, y los de la mudanza ya habían cargado todo, menos uno de los electrodomésticos, ¡el refrigerador!
-Por favor, por favor, ponga el refrigerador en el camión -rogué a los de la mudanza en portugués.
Nao hoje, senhora; amanhá (ahora no, señora, mañana) -me respondieron, y se fueron.
Nuestro plan era llegar a Presidente Prudente ese día antes del anochecer. Llegar al otro día arruinaría nuestros planes. Pero no fue hasta que los de la mudanza llegaron al día siguiente y cargaron el refrigerador, que nosotros arrancamos. Dos adultos, tres niños, libros escolares, alimentos, maletas y un perro, todos apretujados en nuestro Volkswagen de dos puertas.
Nos dirigimos a Presidente Prudente. ¡El día completo hasta el anochecer!
Llegando a Presidente Prudente esa tarde, vimos una escena que nos impresionó. Situado en la carretera, estaba un avión que había hecho un aterrizaje de emergencia… en el lugar exacto donde habríamos estado, si hubiéramos viajado la noche anterior.
«Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz y no de mal». Carol Barron