«A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, de que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición, escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia» (Deuteronomio 30: 19).
Cuando mi primer hijo fue mayor de edad, me sentí motivada a darle la opción de continuar o no asistiendo a la iglesia. Estaba segura de que iba a continuar yendo a la iglesia en la que había crecido y donde había aceptado a Cristo como su Salvador. Cuando decidió no ir ese primer sábado, elevé una oración a Dios y pensé: «Tal vez el próximo sábado venga». Pero mi hijo continuó eligiendo su nueva libertad de quedarse en casa en lugar de ir a la iglesia. Mi entristecido corazón ha sido testigo de esta misma elección desde hace dos años. He estado tentada a quitarle la libertad de elección que le di. Sin embargo, ¿cómo puedo, sin romper su confianza en mi palabra, «exigir» su obediencia?
Recientemente, Dios me ha recordado que él también me dio libertad de elección. Y que también continúa amando y cuidando a sus hijos, aun cuando toman decisiones que lo ofenden, como consumir drogas, beber alcohol, ver programas de televisión que afectan negativamente sus vidas, comer sin moderación e incluso derrochar los recursos económicos que les da. Nuestro Padre celestial se mantiene cerca de nosotras, aunque estemos dejando que otros «dioses» de este mundo desperdicien el tiempo que pudiéramos dedicar a la oración, a su Palabra, a la música cristiana o a la iglesia.
Sé cuánto me duele el corazón por mi hijo y cómo se destroza por las decisiones que toma. Cuánto más debe de doler y destrozarse el corazón de nuestro Padre con algunas de nuestras decisiones diarias, viendo cómo desperdiciamos gran parte de las bendiciones que todavía tiene disponibles para nosotras, esperando a que las elijamos. Mateo 7: ll declara: «Pues si vosotros, siendo malos’ sabéis dar buenas cosas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?».
La misericordia y la sabiduría de Dios no le permiten quitarnos nuestra libertad. Él sabe que esto demostraría que Satanás está en lo correcto al afirmar que Dios es injusto. Pacientemente y con amor, espera que pidamos su ayuda Y lo elijamos a él en todos los detalles de nuestra vida. Únete a mí y elígelo a él hoy’ y todos los días.