Para Memorizar:“Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo” (Gál. 1:10).
Lee Para el Estudio de esta Semana: 2 Ped. 3:15, 16; Gál. 1; Fil. 1:1; Gál. 5:12.
Los alumnos de una universidad construyeron un centro en su campus donde todos, sin importar raza, género, estatus social o creencia religiosa, serían bienvenidos. Imagina que, años más tarde, estos alumnos regresaran al campus para descubrir que otros alumnos habían rediseñado el centro. En vez de un gran salón con mucho espacio para sociabilizar, diseñado para traer un sentido de unidad para todos allí, el salón había sido subdividido en muchos cuartos más pequeños con restricciones de acceso basadas en raza, género, etc.
Los alumnos responsables por el rediseño podrían haber argumentado que su autoridad para hacer estos cambios venía de prácticas establecidas por centenares de años.
Esto se asemeja a la situación que Pablo enfrentó cuando escribió su carta a las iglesias en Galacia. Su plan de que los gentiles podían unirse por la fe sola estaba siendo desafiado por falsos maestros que insistían en que los gentiles también debían ser circuncidados antes de poder ser miembros.
Pablo vio que esta posición era un ataque a la esencia misma del evangelio; así, tuvo que responder. La respuesta es la carta a los Gálatas.